El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La mejora de la M-600, entre el Valle de los Caídos y la entrada a San Lorenzo de El Escorial, va camino de convertirse en el cuento de nunca acabar, para desgracia de los vecinos de las urbanizaciones de la zona y también de las miles de personas que a diario utilizan esta carretera, que en los últimos años sufre cada vez una mayor densidad de tráfico, complicando de forma considerable los desplazamientos hasta localidades vecinas como Guadarrama, Alpedrete o Collado Villalba. Piden los ecologistas que se mejore el transporte público, y es verdad que se debería aumentar la frecuencia de esta línea (la 664), pero olvidan que ese incremento sería inútil en buena medida si las infraestructuras no se adaptan a las evidentes necesidades, y más si tenemos en cuenta que, en una sociedad como la actual, el tiempo también es calidad de vida.
Por otra parte, parece mentira que en un tema en el que hay consenso acerca de la necesidad de afrontar una remodelación que constituye una demanda histórica, tengamos que asistir al enésimo cambio del proyecto, después de que el acuerdo que se alcanzó en octubre del año pasado se haya quedado en agua de borrajas como consecuencia de las críticas de algunos propietarios de La Pizarra. La Dirección General de Carreteras ha optado finalmente por una solución alternativa que contribuirá a regular de forma más eficaz los accesos a las urbanizaciones, aunque otra cosa es que solvente el resto de problemas de la M-600. En este sentido, el Ayuntamiento sigue apostando por el desdoblamiento, opción que a día de hoy parece inviable al menos a corto y medio plazo (no está en los planes inmediatos de la Comunidad), pero ante la que seguramente cabría cambiar la perspectiva y entender que las infraestructuras no pueden permanecer inalterables a lo largo de los años, y más teniendo en cuenta que esta actuación también contribuiría a reforzar la posición de San Lorenzo como principal centro turístico de la Comunidad de Madrid.