Toros

Última en Ajalvir: el reencuentro con una corrida de toros brava

El bravo y serio ‘Lisonjeador’, indultado en Ajalvir

EL SÁBADO SE INDULTO UN BRAVO EJEMPLAR DE ALBERTO MATEOS

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ajalvir concluyó su feria por todo lo alto, a pesar del frío siberiano que hubo que padecer el pasado sábado y que echó atrás al público. Pagar una localidad y sentarse en el tendido de la portátil de Ajalvir se antojaba un sacrificio nada fácil para un aficionado. Este último festejo no tuvo nada que ver con los dos anteriores de esta feria, ni tampoco con lo acaecido en Valdemorillo, de lo que prefiero ni acordarme.


Se lidió una corrida con toda la barba. Fue un reencuentro con el toro bravo. Entre tanta mansedumbre, entre tanto toro feble y que arruina la Fiesta, en Ajalvir el pasado sábado tomamos impulso y respiro con la casta y la bravura del toro de lidia auténtico gracias al encierro de Alberto Mateos Arroyo. Una corrida rica y con muchos matices. Sin olvidar la seriedad del toro, con pitones limpios y sin arreglar. Todo esto sucedió con una corrida de extraordinario juego, con el cénit del quinto, que fue indultado por su bravura, casta, clase y duración.

Una ganadería de pura sangre Baltasar Ibán que desde hace un tiempo está dando golpes de efecto y que embiste más y mejor que la divisa madre. Pero lo positivo del sexteto de Mateos fue su regularidad, la gran media de toros embistiendo, porque junto con el que recibió el perdón de la vida, hubo otros tres de nota.

El acontecimiento de la tarde estuvo marcado por el indulto de Lisonjeador. Sánchez Vara, al que se le pueden discutir muchas cosas, no sería baladí alabar su generosidad por lucir y hacer ver las virtudes del toro.

Tomó dos varas empujando y ya en banderillas fue una locomotora, arrancándose con velocidad y alegría. El torero comenzó muy bien la faena por bajo, pudiendo al animal y bajándole los humos. El diestro le lució, le dio sitio y el animal atacó siempre con bravura, humillando y repitiendo con gran clase y profundidad. Por el lado izquierdo todavía el de Alberto Mateos fue mejor y, a su manera, el torero de Guadalajara le toreó con temple y largura en series muy compactas. El animal tuvo mucha duración, siempre en los medios y no aburriéndose de seguir el trapo rojo del torero.

Indulto unánime
El público de forma unánime pidió el indulto y el presidente tuvo la sensibilidad suficiente de mantener con vida a Lisonjeador. Un toro de vacas para hacer una ganadería.

Sánchez Vara ya había estado entonado con su primero, perdiendo un trofeo por fallar con la espada. Fue un animal con mucho poder que requirió mando porque sin terminar de entregarse se movió mucho. El torero lo muleteó con aplomo.

Andrés Palacios jugó bien los brazos en un saludo de capa a su primero de muy buen dibujo. Este fue un toro muy noble y potable de Mateos Arroyo al que el diestro le hizo una faena irregular con una gran serie al natural y unos pases de pecho de pitón a rabo muy profundos. Una estocada casi entera de efecto rápido le puso en bandeja las dos orejas.

El sexto fue otro toro bravo que peleó mucho en varas y al final terminó acusándolo. Tuvo una primera parte donde mereció más, porque Palacios abusó de componer más que de torear.

Marc Serrano cortó la oreja a su primero tras un trasteo pulcro de torero conocedor del oficio ante un toro noble y que se dejaba. La película cambió con el cuarto. Un animal que por el derecho se movió y repitió con codicia las embestidas por abajo. Aquí al torero francés cantó la gallina, ya que fue incapaz de dejar la muleta en el hocico. No fue capaz y maquilló todo con un trasteo animoso para luego cortar un trofeo tras una estocada.