EL MIRADOR
Por: José L. Gómez
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Durante muchas semanas del año será posible tener fútbol televisado todos los días, sumando los partidos de la Liga, la Copa del Rey, la Selección y la Champions. Que haya o no equipos españoles en todas ellas dependerá de su suerte en los torneos europeos e intercontinentales. Es una noticia positiva para el fútbol español, que importa así calendarios similares en otros países con grandes ligas, pero también lo es para la televisión, aunque esto último se subraye menos. Y eso es así porque en todos los canales son contados los programas capaces de derrotar al fútbol en audiencia, publicidad y otros ingresos complementarios. Clubes y televisiones están convencidos de que saldrán ganando con ello, y si lo consiguen su éxito también redundará en beneficio de otros medios de comunicación que dependen total o parcialmente del fútbol; máxime en estos momentos de vacas flacas.
En otros tiempos, no muy lejanos, se habrían hecho infinidad de análisis sociopolíticos sobre este asunto de televisar partidos a diario. Ahora ya no. Son cada vez menos los que dicen que el fútbol aliena y obnubila a las clases obreras, beneficiando así a los gobiernos de turno y a los oligarcas que lo fomentan. Incluso los intelectuales parecen haber sucumbido ante la fuerza social y económica del fútbol, cuya dinámica parece depender ahora de sí mismo, hasta para regular sus riesgos de saturación.
No deja de ser un dato con cierta relevancia, ya que al estar sufriendo España una gran crisis económica, podría suscitarse la polémica fácil apuntando al Gobierno por querer distraer la atención de una buena dosis de circo. Al menos en este frente, Rajoy, que es un gran forofo, está dejando tranquilo a Zapatero.