OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ser antitaurino o ser taurino es algo tan libre e independiente como la vida misma. Cada uno defiende su postura, y los que amamos el toreo tenemos argumentos de sobra para defenderla, otra cosa es lo que ellos ven o piensan.
No se trata de entrar en el eterno debate de siempre. Pero algo sí debe estar presente: los taurinos somos respetuosos con quienes no comparten la Fiesta, pero a la inversa no ocurre lo mismo.
El último suceso no tiene desperdicio. Se trata de la detención de Javier Zubizarreta por presunta colaboración con la banda armada, ETA. También este individuo ha ingresado en prisión por tráfico de estupefacientes. Allí estará bien.
Hasta aquí todo normal, si no fuera porque este individuo, además de colaborar con una banda terrorista, ha sido un importante activista antitaurino. En las elecciones de 2005 Zubizarreta se presentó a las elecciones autonómicas del País Vasco por el Partido Antitaurino y Contra el Maltrato a los Animales (PACMA), según la información difundida en varios medios, como burladero.com.
Resulta chocante que alguien que se declara a favor de los animales luego resulte un violento contra sus semejantes.
¿Cómo se puede se puede intentar destruir vidas humanas y luego defender al toro bravo desde la más remota ignorancia? No vamos a entrar en más debate, pero ya va siendo buena hora de que cada uno se quite la careta.
También hay que decir que PACMA alcanzó un rotundo fracaso en esos comicios, ya que fue la última fuerza política menos votada.
La Fiesta de los toros es algo tan grande que será muy difícil acabar con ella, siempre que los políticos no se pongan a defender otros bastardos intereses, como está ocurriendo en Cataluña, donde hay que acabar con todo lo que huele a España y a sus raíces.
Entre tanto, la creación de la Mesa del Toro este invierno intenta poner freno a los ataques que sufre y ser un arma de defensa. Pero todavía quedan flecos en esa unión de todos los estamentos de la Fiesta. Se lo contaremos.