Opinión

Personajes singulares

EL MIRADOR

Por: José M. Giráldez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los programas sobre vidas singulares triunfan. No se trata de las vidas singulares de los famosos, que por supuesto siempre han logrado una alta atención mediática, sino de las vidas y los problemas cotidianos de los ciudadanos normales, perfectos anónimos hasta el día de la emisión, que desempeñan su propio fragmento de intrahistoria.


Aunque los documentales generalistas siguen funcionando, lo cierto es que ahora la televisión prefiere ver la realidad a través del filtro exclusivo de las personas. Ya no bastan las miradas a vista de pájaro, sino que se impone la experiencia, la vida de los otros. Hace muchos años que la telerrealidad persigue eso mismo. Retratar a personajes singulares, con sus manías, con sus amores urgentes, con sus odios crudos. Pero la telerrealidad siempre funcionó de una manera descontextualizada. Saca a los anónimos de su vida habitual y los introduce en una casa solitaria, o en una isla desierta, a la espera de que allí interaccionen, luchen por sobrevivir, y deseando que nosotros lo veamos. Se trata de transmitir polémica y morbo, de atraer a las masas, de provocar a los contertulios, que están para eso. Sin embargo, los programas como Españoles en el mundo o Callejeros viajeros ofrecen la magia del instante. El anónimo en otra tierra que enseña su lugar, su gente, su casa, su existencia. Sin asomo de morbo. Con el propósito de contar el discurrir de su vida, la importancia de vivir experiencias culturales diversas, en lugar de aislarse entre los muros de una casa para ser contemplado por el resto del mundo como se contempla un acuario. Las vidas paralelas que narran estos energéticos programas, constituyen una de las mejores ofertas de televisión. Pienso que son el mejor retablo de este mundo diverso.