PUNTO DE VISTA
Por: Mariano Valcárcel González
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Se pretende lograr un pacto estable en el educación. Un pacto, gran parto, y estable... ¿Qué bien suena! Algunos dirán que ya era hora, que hacía mucha falta, y llevarán razón. Pero, ¿se han tenido que desperdiciar tantos años? ¿se ha tenido que deteriorar tanto la situación para que se considere imprescindible llegar a este supuesto pacto universal? O sea, que hemos dejado hundir casi todo el edificio para, ahora, reconocer la necesidad de rehabilitarlo.
Se debería empezar por reconocer el propio fracaso, que no se va a hacer, y luego el fracaso de todos, que tampoco. Y así se mantendrán vigentes las premisas que propiciaron tal desastre; pues este gran parto dejará a un lado las cuestiones doctrinarias e ideológicas en aras de salvar los aspectos técnicos. Siguen diciéndose las grandes palabras de siempre, pero de palabras no se come.
Como soy un gran escéptico (la realidad me ha transformado en este monstruo), dudo que se aborden y ataquen los grandes problemas, fallos y equivocaciones que se han venido teniendo; es decir, que se redefinan las cuestiones educativo-metodológicas, los criterios pedagógicos, la estructura general y de cada tramo, las garantías para docentes y discentes (y las terriblemente olvidadas obligaciones) y tantas cosas como habrían de revisarse. Es demasiado trabajo y, sobre todo, es ingente porque implica desmontar y a la vez montar. Mientras continúen medrando en el sistema los que se aprovecharon de tanta idiotez, será imposible.
Culpamos a la Administración educativa de tal estado de cosas, pero habría también de culparse a los sindicatos que lo han avalado, a los padres/madres que lo han admitido por comodidad y egoísmo, y a los profesionales que con su acción u omisión se han constituido en transmisores del desafuero.
Quisiera que es este gran parto empezase por abajo, como tantas cosas según la lógica. Se deberá pensar en que todo empieza desde la Educación Infantil y en el primer ciclo de Primaria; ahí se debe incidir y es, precisamente, donde menos se incide (me podría extender mucho en este aspecto, pero no es el momento) y ni los padres/madres ni la Administración educativa lo admiten como tal, ni lo entienden, ni lo pretenden mejorar, pues... ¿qué es sino un aparcadero para infantes como es considerado? Ahí acaba la exigencia. Ahí empieza el fracaso.
Se equivocan del todo. Pero vaya usted a convencer a quienes no quieren ser corregidos. Si, como temo, no se abordan debidamente los aspectos técnicos y específicos, también temo que los que se pretenden aparcar (ideología y doctrina) surjan más pronto que tarde, a pesar del supuesto parto, para poner una vez más palos en los radios del carro educativo.
A pesar de todo, este que suscribe les desea un muy feliz año 2010.