LUCES Y SOMBRAS
Con la corrupción, tolerancia cero - La ética profesional y los ‘pesebres’
Manuel J. Ortega | Miércoles 22 de octubre de 2014
Todos los pronósticos plantean un futuro bastante incierto para la economía española. Los 60.593 parados registrados durante el mes de noviembre en las oficinas del INEM nos parece un dato más que preocupante, aunque aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, quieran restarle importancia, afirmando que la cosa no va tan mal “porque en noviembre del año pasado la cifra de parados superó los 170.000”. Pues bien, a este paso, en 2010 es muy posible que el número de desempleados que ahora se ha quedado al borde de los 4 millones (3.868.946 para ser más exactos), sea mucho mayor y, aún así, en noviembre de 2010, el INEM podría facilitar unas cifras incluso menores a las actuales, por una razón de lógica matemática: si el número de personas con trabajo sigue disminuyendo en el transcurso del año, el de parados debe seguir el mismo camino, porque si el empleo disminuye, lo lógico es que también lo haga el número de nuevos beneficiarios del subsidio de desempleo.
Pero al margen de la demagogia utilizada por los analistas de turno, la realidad es que el paro sigue subiendo y que miles y miles de familias van a continuar sufriendo los embates de una situación económica que, al menos a corto y medio plazo, se nos antoja complicadísima a tenor de las cifras macroeconómicas del paro, del continuo descenso del número de afiliados a la Seguridad Social y de los índices de morosidad que baraja la banca, etc. Y es que cada día son más las familias que se despiertan sabiendo que no tienen apenas dinero para comer o pagar el alquiler de su piso. Se trata de las mismas personas que forman ese ejército silencioso y sin rostro que está ahí, a nuestro lado, esperando que alguien les explique el por qué de una situación que, además de acomplejarles, les hace ser diferentes, hasta el extremo de querer incluso ocultarse por temor a que alguien les llegue a acusar de ser ellos los verdaderos culpables de esta situación. Y esa es la cruz que vienen arrastrando millones de familias en nuestro país, entre ellos miles de serranos. Mientras tanto, los bancos, las grandes constructoras, los políticos y las empresas pata negra se preparan para celebrar por todo lo alto las próximas fiestas navideñas. Ahí, digo yo, es donde están las dos ‘españas’.
Corrupción, partidos políticos y tolerancia cero
Marcos Suárez, vecino de Torrelodones, me envía una amable carta donde manifiesta su punto de vista sobre la corrupción política existente en nuestro país y critica el hecho de que yo haya suscrito las palabras pronunciadas por el presidente Zapatero en respuesta a la intervención de la diputada de Nafarroa Bai Uxue Barcos, cuando afirmó que “muchos supuestos de corrupción no tienen que ver con las medidas de financiación de los ayuntamientos, sino con otras medidas mucho más inmorales”. El señor Suárez dice estar convencido de que él si cree que la corrupción está bastante ligada tanto a la financiación de los ayuntamientos “abandonados económicamente a su suerte”, como también a la de los partidos políticos que están al frente de esos consistorios, sobre todo en aquellos gobernados por alcaldes del PSOE y del PP.
Ni tengo espacio ni tampoco tiempo para abrir aquí un debate al respecto, pero sí quiero decir que hay mucha oveja negra en los consistorios que se lo lleva crudo y luego, si le sale mal, le echa la culpa al empedrado. No obstante, no seré yo quien considere inevitable la existencia de un cierto nivel de corrupción institucional porque si lo hiciera, la discusión posterior sería averiguar dónde está el límite aceptable para convivir con los corruptos. Sí sé de las triquiñuelas utilizadas por cierto edil que, a la hora de justificar la recompensa exigida a cambio de sus favores políticos, solía decir: “Lamento esta situación tan embarazosa, pero el dinero es para ayudar al partido”. Posiblemente, éste y algún que otro caradura también habrán pedido ‘mordidas’ para el Ayuntamiento (cabalgata de reyes, calles, etc). Obviamente, ese dinero también irá directamente al bolsillo del corrupto.
Medios de comunicación, ética profesional y ‘pesebres’
Los intereses políticos y económicos son la causa de la tensa relación existente últimamente entre los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) de nuestro país tanto en el ámbito nacional como regional o comarcal, una situación que conoce la opinión pública y es objeto de amplios debates y comentarios. Yo creo que un medio puede simpatizar con determinados políticos, defender o criticar sus actuaciones, pero de ahí a practicar el servilismo y manipular la información para complacer a su protegido, a cambio de una rentabilidad personal, va un abismo. En nuestra profesión siempre se ha dicho que “perro no come carne de perro”, en clara referencia al respeto que debe haber entre periodistas. Sin embargo, los que más tendrían que callar son los que más gasolina echan al fuego. Y es tengo la sensación de que algunos pasan de la ética para seguir alimentándose en los pesebres. Y es precisamente en estos casos donde ya no vale lo de “perro no come carne de perro”.