MIGUEL DE PABLO
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En tiempos de novilleros mecánicos y que parecen ricos sin serlo, Miguel de Pablo muestra en la plaza todo lo contrario. Se arrima y entrega como pocos. “Me gusta ser un torero variado con capote y muleta, pero lo que de verdad quiero es enganchar a los toros muy delante y llevarlos detrás de la cadera con profundidad y con la mano muy baja, con mucha ligazón. Luego hay que hacer las cosas bien, sin trucos ni ‘ratonerías’. Mis tres toreros son El Juli, José María Manzanares y Perera, ellos son en los más me fijo”.
La corta carrera de este torero es fulgurante. El pasado año estaba matando becerros y en un año se ha enfrentado al serio y cuajado novillo que por aquí se lidia sin apenas haber matado novilladas sin caballos. Su determinación, valor y evolución es poco común en un novillero con tan escaso bagaje. “Mis comienzos se sitúan en la Escuela Taurina de Colmenar Viejo, donde con 10 años entré, y ya ese año maté mi primer becerro en Barajas. Luego, cuando cumplí 12, ingrese en la Escuela de Madrid, con el maestro José Luis Bote, y ahí estuve hasta que salí el pasado año. Fue un paso muy bonito y estoy muy agradecido a todos los profesores de este centro por el gran apoyo que me dieron. El pasado año quedé triunfador de las novilladas que se celebran en el centro y siempre lo tendré en el recuerdo”.
Su apoderado y protector desde niño es el banderillero Ricardo Kintana Kaito, quien lucha para sacar adelante este gran proyecto. "Llevo toda mi vida con él, desde que estaba en la escuela de Colmenar. Espero que esté a mi lado hasta que me retire".