ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ciertos empresarios que siguen diciendo que no hay crisis a la mínima se tiran al charco para conseguir nuevas plazas. Algunos con posibilidades reales de llevárselas; y otros, con el único afán de sonar, buscar protagonismo y coger currículum para luego ir a los gachés y decir al cacique de determinado Ayuntamiento que eres un empresario bueno y serio y que te has presentado a un coso de primera. Ya el empresario en cuestión concretará la fórmula para que se lo den a dedo a él. Se monta un concurso negociado sin publicidad y se acabó. Luego se invita a dos primos para que hagan de comparsas, y aquí paz y después gloria. No me digan muchos políticos que esto no les suena, ¿a que sí? Se lo han aprendido muy bien y los hay muy acostumbrados a estos menesteres. De hecho, no hay que irse muy lejos. Una vez concedido un año, en los sucesivos es igual, convirtiéndose en empresas vitalicias. ¿Desde cuando no hay un concurso abierto en muchos municipios para que otras empresas importantes vengan a licitar? Sinceramente, no interesa. Se corre el riesgo de que venga alguno con carteles buenos bajo el brazo y con un presupuesto más bajo y descubra todo el entramado y ya no se pueda volver atrás. Por eso es mejor dejar las cosas como están.
Luego hay algunos concejalillos que entran al trapo. También los hay legales, que no se venden por nada, pero abundan menos.