ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ya hemos dicho infinidad de veces que el negocio no está en las grandes plazas. Allí hay que pagar un alto canon, hay que llevar a las figuras, no valen ganaderías de medio pelo y hay cientos de compromisos con los políticos y ninguna subvención. Ahí están cosos como Barcelona, Ciudad Real, Ávila, Córdoba o Valencia para corroborar lo que decimos. Las empresas tienen que hilar muy fino porque las cuentas no salen y al ir a la taquilla pueden aparecer ratas deambulando en vez de billetes. Por no mencionar a la mayoría de cosos de tercera, en estado precario. Sin embargo, sí hay muchos pueblos donde se ha montando un gran negocio, sobre todo alrededor de algunos ayuntamientos de la Comunidad de Madrid y en varios municipios de la Sierra, donde algunos hacen su particular agosto.
Pero entre toda esta fauna de empresas, todavía se escapa alguna que tiene ganas de arriesgar, como es el caso de Taurodelta en Vistalegre, que va a hacer una temporada de lujo este invierno, jugándose euros y prestigio y tratando de levantar esta moderna plaza cubierta que está taurinamente muerta. Ahí estaba disponible el coso de Carabanchel para algunos que quieren dejar de ser empresarios de gaches. No lo han hecho y esperan dar el salto y que suene la flauta a base de enchufes, favores y amigos de las esferas de la política.
A algunos, en su afán por trepar y figurar, no les importa aliarse con falsos compañeros de viaje al precio que sea. Sólo importa unirse con alguien con experiencia y solvencia para pujar por algún coso de relieve, aunque tenga nulas garantías de llevársela. Es más difícil que se hagan con el cetro de estas plazas que yo haga una crónica de esa pantomima de corridas incruentas que estos días se están celebrando en Las Vegas.
Los milagros no existen. Hay quien quiere ir a plazas de primera llevando cosos de tercera. El mundo al revés. Creen que es igual jugar con una subvención de un ayuntamiento que gestionar plazas serias y rigurosas, con un toro de primera y sin un respaldo importante. Muchos empresarios de rancio abolengo se tienen que reir de las estupideces de estos oportunistas de nuevo cuño, para los que prima vender la moto a cualquier precio. Prevalece la imagen y la “seriedad”, aunque alguno sea muy serio por fuera y luego por dentro se ría de todos, amasando una fortuna. Continuará...
Pero es que todo esto se ha desfasado. Ahora se dan ocho festejos donde antes había tres, cierto, pero también en un municipio que daba 50.000 euros de subvención hace un par de años, ahora el político de arriba le ha recomendado a cierto empresario “serio” para que le concedan 120.000. Y donde antes un Ayuntamiento daba 120.0000, ahora son 250.000 euros. Quitemos la careta a tanto oportunista que encima dice no vivir de este tinglado, y que digan públicamente lo que perciben de muchos ayuntamientos por organizar las ferias.
Hay ejemplos claros. Dícese de un municipio del cinturón de la capital que no cultiva arroz y sí industrias y donde el susodicho presume de llenar plaza, tirando de populismo, ya que por ver a dos figuras y a uno de relleno pone entradas a 5 y 10 euros, además de las que se regalan a mansalva. ¿Quién paga este montaje? El Ayuntamiento de turno. Hablan de 500.000 euros por año. ¿Quién se lleva la mayor parte de la tajada? Ya está bien de tanta farsa, que una cosa es lo que se cuenta y otra bien distinta la realidad. Y luego los lameculos a hacer su función. ¡Qué seriedad...! Continuará.