Opinión

¿Un fiel seguidor de Maquiavelo?

Tribuna

Victor M. Martínez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tengo la sensación de que en Collado Villalba el asunto político se está empezando a salir de los parámetros normales de la lucha entre partidos. Uno entiende que hay unas personas en el poder y que desean seguir ahí, y que hay otras que están en la oposición que tienen también el legítimo derecho de gobernar. Hasta aquí todo normal, democrático y legal. Lo que ya resulta incomprensible es la estrategia de funcionamiento que tienen aquellos que gobiernan -de hecho o de derecho- para que nada ni nadie les pueda apear de lo que más quieren en esta vida: la poltrona, el coche oficial, la tarjeta de crédito con cargo a las arcas municipales y, por supuesto, las influencias para hacer y deshacer a su antojo imponiendo para ello la omertá o ley del silencio siciliana, bajo pena de ser expulsados del paraíso.

‘El Príncipe’
Los políticos siempre tratan de obtener votos: si a usted le para un edil en el supermercado y le pregunta por toda la familia y además le da dos besos a su hijo y a usted un buen apretón de manos al final, no piense que es porque el político en cuestión le tenga un especial afecto a usted o al niño, lo que quiere es tener su voto. Esa es la estrategia habitual de un candidato o lo que sea, pero aquí en Collado Villalba eso se ha quedado atrás y ahora desde el Ayuntamiento se utilizan estrategias más típicas de Nicolás Maquiavelo, un pensador nacido en el siglo XV, funcionario de Florencia y cuya obra El Príncipe ha sido objeto de profundos estudios en el terreno de la teoría política. Su ideario se puede concretar de la siguiente manera: el político ha de ser una persona hábil, no debe poseer virtud alguna, pero ha de estar en condiciones de simular poseerlas todas, lo que supone actuar con absoluta indiferencia ante el bien y el mal -es decir, ser totalmente amoral- y actuar con absoluto despotismo.

También debe tener la capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado y por tanto el fin justifica los medios. Advierte que el gobernante debe ser prudente, pero esto no debe impedirle recurrir a la fuerza y a la traición, con tal de hacer feliz a su gente. Como colofón a este pequeño resumen de las enseñanzas de Maquiavelo, transcribimos una frase que define a la perfección a algunos de nuestros dirigentes: “La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”.

Bien, algún lector habrá sonreído mientras leía estas frases porque más que escritas por el entorno político y social de principios del siglo XVI, parecen redactadas en la actualidad en algún despacho oficial del Ayuntamiento de Collado Villalba. A Maquiavelo se le puede disculpar porque es evidente que hace cinco siglos su pensamiento no era tan amoral como lo parece ahora, pero a quien es fiel seguidor de sus enseñanzas en la actualidad habría que explicarle que la ética y la política no deberían ir separadas.

En Collado Villalba lo que pasa es que se ha perdido la ética y ahora pasa por tener todo bien atado de cara a las próximas elecciones porque una batacazo del actual alcalde, José Pablo González, no sólo sería una vergüenza y un escarnio público para él, sino una pérdida irreparable para ese pequeño grupo de empresarios privilegiados que son usados como colchón de seguridad para la primera autoridad local y que es buscado, implementado, gestionado y animado por el concejal de Urbanismo, Gómez Sierra. En este sentido, parece claro que González conoce bien la enseñanzas de Maquiavelo, no sólo porque las haya tenido que estudiar en la facultad, sino porque estoy seguro que las tiene muy presentes en su azorosa trayectoria política. No se le puede negar cierta habilidad a la hora de conseguir que las empresas propietarias de algunos medios de comunicación le apoyen incondicionalmente más allá de lo éticamente correcto. Implacable donde los haya, se ha deshecho de sus enemigos llegando a acuerdos hasta con sus más acérrimos adversarios. Ha dicho una cosa, y cuando le ha convenido, la contraria.

Manipulación
En cuanto a manipular situaciones no vamos a hacer un largo listado, pero podemos poner como ejemplo el hospital que construirá la Comunidad de Madrid y que él ha vendido como un logro únicamente suyo, al igual que los policías pertenecientes a la BESCAM. Sólo él conoce bien las necesidades del pueblo y por tanto sólo él decide lo que está bien y lo que está mal. No tiene reparos en amenazar públicamente a ciertas empresas villalbinas con los siete males si no se llevan bien con él. Y por supuesto, se gasta el dinero de los ciudadanos de Collado Villalba, de los actuales y de los futuros, en un túnel que muy pocos comprenden, adjudicándole la obra a la empresa más cara de todas, pero que ya es habitual ganadora de concursos públicos en la era josepablista.

Como vemos, nuestro alcalde debe ser un fiel seguidor de Maquiavelo, el cual lo tendría como alumno aventajado.