Opinión

ETA y la tregua indefinida

El mirador

A. Castaño

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hay quien se esfuerza en convencer al respetable que Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco, es un matarife con la inteligencia de la momia de Tutankamon mientras que Arnaldo Otegui es la versión tardocarlista de Gerry Adams, el capo respetable del IRA.

Y, claro, cuando el Gobierno habla con ETA o Batasuna lo hace con Otegui y no con Txapote, como si a los aludidos les importaran un ardiete estas pruebas de la política minúscula en el camposanto. Hace unos días, ETA, es decir Otegui, es decir Txapote, emitió un comunicado que más bien parecía un discurso de ingreso en la Academia. La única ventaja de las bandas terroristas de izquierdas es que tienden a ponerlo todo por escrito; las de derechas son de suyo más ágrafas y no tienen pretensiones evangelizadoras. Y ETA repitió lo que todo el mundo sabe, aunque algunos miren disimuladamente hacia otro lado: autodeterminación, Navarra y presos.

Una frase resulta particularmente entrañable: ETA urgía al Gobierno a cumplir con sus compromisos. La cuestión estriba en creer a ETA y lamentar que el Gobierno ya haya pactado, o creer a Rubalcaba, quien jura y perjura que por ahora ni siquiera han decidido si es en tu casa o en la mía. En cualquier caso, no cabe duda de que la tregua indefinida de ETA es una de las más originales que se recuerdan. Como tregua se parece a la que mantienen Siria e Israel, algún misil ocasional, quizás una incursión de blindados; como “indefinida” se halla efectivamente en la indefinición.

Si ETA continua extorsionando, los voceros de la prensa gubernamental puntualizan que “son deudas anteriores a la declaración de la tregua”. El matiz es incandescente, ya que permite distinguir un chantaje -si es posterior a la tregua- y una operación mercantil -si es anterior-. El juez Grande-Marlaska no comparte estas sutilezas y ha dicho que el delito, delito es y “hasta aquí hemos llegado”.