Opinión

Banderas y escobas - La lucha por el poder municipal

Luces y sombras

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) tiene muchas similitudes, al menos a la hora de premiar a los ayuntamientos de nuestro país, con la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente (ATEGRUS). Los primeros otorgan a las corporaciones que previamente lo solicitan, los galardones conocidos como Banderas Verdes y los segundos las famosas Escobas en la categoría de plata, oro y platino. Obviamente, para acceder a estos premios, los consistorios aspirantes deben hacer la pertinente solicitud, aceptar las bases y abonar unas determinadas cantidades económicas en concepto de inscripción, presentación de memorias, documentos gráficos, etc. Ni FUCI ni tampoco ATEGRUS, al menos que uno sepa, se preocupan en comprobar la veracidad de los documentos que les envían los ayuntamientos, y por eso los miembros del jurado deben emitir su veredicto sobre un dossier que, suponemos, influirá decisivamente en función de la mejor o peor presentación y de la calidad de su contenido gráfico y literario. Tanto es así que al Ayuntamiento de Collado Villalba le concedieron recientemente la Escoba de Oro 2006, tras abonar la correspondiente cuota de inscripción (120.000 pesetas), los costes derivados de su participación en la Feria Internacional de Urbanismo y Medio Ambiente que se celebró en IFEMA (cuyo importe por ahora desconocemos), y sin tener en cuenta la suciedad que a diario se puede apreciar en calles, aceras y zonas ajardinadas de una ciudad que paga anualmente alrededor de 600 millones de las antiguas pesetas a una conocida empresa para, suponemos, mantener limpia a diario toda la ciudad y no sólo la calle Real y alguna otra vía de la zona comercial de la Estación. Otro caso parecido es el del Ayuntamiento de Torrelodones, que después de recibir durante siete años la Bandera Verde por su supuesta contribución a la mejora del medio ambiente y cuando Carlos Galbeño, primero autoridad local, se disponía a recibir la semana pasada en los salones del Hotel Ritz de Madrid el galardón correspondiente a este año, se encontró con la desagradable noticia de que los responsables de FUCI habían optado por retirarle el premio tras una denuncia realizada por una asociación de vecinos de la localidad en la que exponían el daño medioambiental que va a sufrir este municipio tras la aprobación por parte del Ejecutivo local del proyecto urbanístico que se desarrollará en el Área Homogénea Norte, dejando así en entredicho la decisión tomada por un jurado supuestamente independiente y capacitado para poder otorgar este tipo de galardones. Al margen de los razonamientos que hayan podido exponer los representantes de este colectivo para que a última hora le fuese retirada la Bandera Verde a Torrelodones, lo que sí ha quedado claro es este tipo de eventos no son más que un simple reclamo publicitario que, además de beneficiar a distintas entidades privadas (sobre todo a aquellas vinculadas al sector), suelen venirles de maravilla a los políticos locales a la hora de rebatir las protestas de sus convecinos. “¿Cómo usted me puede decir que tenemos la ciudad sucia o no velamos por el medio ambiente, si nos acaban de dar una Escoba de Oro y una Bandera Verde?, se atreven a decir aquellos políticos que careciendo de otros medios más convincentes a la hora combatir el clamor de las críticas utilizan estos pomposos premios para justificarse. Pues ya ven, aunque algunos nos tachen de mentes enfermas por haber sacado a la luz pública los entresijos de este tipo de certámenes donde los miembros del jurado, a los hechos nos remitimos, no suelen constatar ‘in situ’ los méritos que figuran en los expedientes que les facilitan los organizadores a la hora de emitir un veredicto que rara vez deben coincidir con las virtudes que supuestamente debería reunir la ciudad premiada.

AMAGOS DE CRISIS.- Es lógico que a menos de un año de la celebración de las próximas elecciones municipales empecemos a detectar la presencia de algunos virus en los aledaños de las sedes de los partidos y agrupaciones políticas. Este tipo de epidemias lógicamente van a incidir sobremanera no sólo entre los que van a luchar por intentar conseguir una parcela del poder municipal en juego, sino también en aquellos que desde hace ya unos meses y hasta que se celebren los comicios en 2007, se han marcado como objetivo renovar su acreditación de edil. Los que aún saborean las mieles del gobierno, los que llevan más de tres años de legislatura ejerciendo esta actividad pública y por tanto percibiendo generosos emolumentos, intentarán aferrarse al sillón con todas sus fuerzas para no perder su privilegiado cargo; mientras los otros, es decir los aspirantes a tener una credencial de concejal, harán cuanto sea necesario para subirse al machito y poder disfrutar a corto plazo de las mismas prebendas. De ahí que las zancadillas empiezan a prodigarse entre los aspirantes a obtener una plaza privilegiada en la lista electoral de su partido o agrupación y las traiciones, tan dadas en estos casos, pueden aparecer en cualquier momento y donde menos se espere.

Obviamente, estas luchas encarnizadas por alcanzar el estatus de concejal van a cobrar un mayor dramatismo en aquellos municipios con más de 10.000 habitantes, en los que los consistorios manejan anualmente presupuestos multimillonarios, caso de Collado Villalba, Galapagar, Torrelodones, San Lorenzo de El Escorial, Guadarrama y El Escorial, y donde la alcaldía o las concejalías que tengan dedicación exclusiva pueden estar retribuidas con no menos de 2.000 euros mensuales y los asesores (tan de moda en estos últimos años) pueden llegar o superar los 3.000 (medio kilito si hablamos de pesetas), de ahí que los aún presuntos candidatos a las alcaldías se vean cada vez más presionados por aquellos que manifiestan sin rubor alguno su deseo de ocupar uno de los primeros puestos de la lista electoral e, incluso, se permitan el lujo de proponer el área que consideran más apropiada a sus virtudes morales y profesionales (huelga decir que la de urbanismo es la que más novios/as tiene por razones obvias). De ahí que ya se hable de alianzas insospechadas y crisis de gobierno a corto plazo, porque no debemos olvidar que los actuales gobernantes no van a querer perder su empleo y los aspirantes a serlo van a echar toda la cizaña al fuego para poder ocupar las posibles vacantes. En juego está la garantía que supone tener un buen sueldo durante los próximos cuatro años y saborear el poder de los dioses, porque la prepotencia de algunos de nuestros políticos les hace muchas veces subirse a ese olimpo donde se ven por encima del bien y del mal. Afortunadamente, aún siguien siendo los menos.