Toros

¿Quién dijo crisis? (II)

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La pasada semana comentábamos el abuso de muchos oportunistas que se han aprovechado del exceso de ganado, pero a los que visten el chispeante tampoco les ha ido mejor en algunos casos. Es decir, ¿a los toreros? Reajustes. Menor salario. Contrataciones en pack. “Te pongo en cuatro corridas a precio de tres”. Honorarios a la baja y luego a llorar al apoderado que el público “no ha respondido” como se esperaba y a ver si me “quitas algo” a lo convenido. Pero lo que desconocen estos apoderados es que por detrás el empresario pone el cazo y le meten en su cuenta corriente 300.000 euros por organizar esa feria en determinada plaza. Esta es la seriedad de algunos: aprovecharse de las circunstancias y luego decir descaradamente que no hay crisis y que conmigo no va. Lo lamento por los ganaderos, los toreros, los aficionados, los subalternos y hasta los porteros, ya que son los grandes perjudicados y a los que por el rostro de algunos empresarios (no de todos) les han bajado los honorarios.

Pero es que todo esto se ha desfasado. Ahora se dan ocho festejos donde antes había tres, cierto, pero también en un municipio que daba 50.000 euros de subvención hace un par de años, ahora el político de arriba le ha recomendado a cierto empresario “serio” para que le concedan 120.000. Y donde antes un Ayuntamiento daba 120.0000, ahora son 250.000 euros. Quitemos la careta a tanto oportunista que encima dice no vivir de este tinglado, y que digan públicamente lo que perciben de muchos ayuntamientos por organizar las ferias.

Hay ejemplos claros. Dícese de un municipio del cinturón de la capital que no cultiva arroz y sí industrias y donde el susodicho presume de llenar plaza, tirando de populismo, ya que por ver a dos figuras y a uno de relleno pone entradas a 5 y 10 euros, además de las que se regalan a mansalva. ¿Quién paga este montaje? El Ayuntamiento de turno. Hablan de 500.000 euros por año. ¿Quién se lleva la mayor parte de la tajada? Ya está bien de tanta farsa, que una cosa es lo que se cuenta y otra bien distinta la realidad. Y luego los lameculos a hacer su función. ¡Qué seriedad...! Continuará.