El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cuando Albert Camus falleció en un accidente de tráfico en 1960, solo tenía 46 años, pero ya había recibido el Premio Nobel de Literatura y era un autor de prestigio mundial. Gracias a su temprano éxito literario con obras como El extranjero, La peste o Calígula, se convirtió en la conciencia de la Francia de la postguerra. Pero su apelación directa a la responsabilidad personal y su rechazo a las ideologías que matan en nombre de la justicia nunca han dejado de estar vigentes. De ahí que la recuperación de una de sus obras fundamentales, Calígula, resulte especialmente oportuna en este principio de siglo y sirva para valorar su integridad y el rigor de su mirada.
En este caso, el montaje se presenta en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial de la mano del Centro Internacional de Teatro Actual y la compañía L’Om Imprebis, bajo la dirección de Santiago Sánchez. La cita es mañana, sábado, a las 20.00 horas, y el precio de las entradas es de 15 euros.
Por otra parte, el 5 de noviembre se pondrá en escena la ópera Don Giovanni, de W.A. Mozart, con libreto de Lorenzo da Ponte y bajo la dirección de Bert Bijnen. El montaje, estrenado el pasado mes de septiembre, corre a cargo de International Opera Productions, fundada por directores de teatro holandeses.
Y el 6 de diciembre llegará el turno de El lago de los cisnes, que es el primero de los tres ballets que escribió el compositor ruso Tchaikovsky. El ballet ruso goza de merecida fama por sus tradiciones de la danza clásica que se originan en la ex capital de Rusia (San Petersburgo). En mayo de 1990 se funda una nueva compañía de ballet con el nombre completo de Ballet Ruso de San Petersburgo, y es una de las que mas giras internacionales realiza, con un repertorio que incluye ballets clásicos y modernos.
El espectacular arte que vemos en estas compañías se fundamenta en la trayectoria evolutiva a lo largo de los años en el escenario del Teatro del Ballet Imperial del Mariinski, estrechamente relacionados con la fundación y apertura de la mundialmente famosa escuela de danza rusa (Vaganova). El director artístico de la compañía, Alexander Bruskin (ex bailarín del Teatro Mariinsky), es el heredero de todas sus tradiciones, para el trabajo de formación artística de su compañía invitó a su padre, Boris Bruskin.