ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Alejandro Talavante es la gran sensación de esta temporada. Es el revulsivo, el torero que toda la afición desea ver. Ni Cayetano, ni Palomo, ni ningún niño de papá de estos de ahora. Yo me quedo y apuesto desde hace años por Talavante. Es prematuro, hay que esperar el transcurso natural del tiempo. Que se cuaje, que madure, pero creo que es el torero que estábamos esperando. No hay que volverse loco todavía, pero en San Isidro, como novillero, ha pasado como una apisonadora días antes de tomar la alternativa, pudiendo cortar hasta cuatro orejas.
A día de hoy, su apoderados, ese tipo raro, estricto y genial que es Corbacho (uno de los descubridores de José Tomás) ya le han firmado un puñado de corridas, eligiendo plazas, carteles y ganaderías, y más porque no quieren. Van a hacerlo a fuego lento. Tiempo habrá. Todos los empresarios quieren contar con él.
Dicen que se parece a José Tomás. Puede ser. Creo que tiene el concepto del de Galapagar en los mejores tiempos. No es imitación. Tiene valor sereno, profundidad, cabeza, no se inmuta y se pone en el sitio para no rectificar, no perder pasos y ligar los muletazos sin enmendarse, pasándose los toros muy cerca y sin estar fuera de cacho. Por los terrenos que pisa le pueden dar los toros, pero si es capaz, aguanta y tiene motor, Talavante va a ser figura del toreo.
Este joven posee además ese misticismo que también envolvía a José Tomás. Va ser de los que va a tener una legión de seguidores y partidarios que van a seguirle de plaza en plaza. A mí me apetece ver cómo va evolucionando. Lo hice desde que un día el ganadero Adolfo Martín me dijo que había un chaval que apuntaba y que estaba con las vacas de una manera extraordinaria. Y a Adolfo le creo. Mas tarde, el popular “Kiki” me habló de un novillero que tenía grandes cualidades y que bebía en las fuentes de José Tomás. A la postre, “Kiki”, y le puso en Galapagar varias veces. Es una pena que en esta Sierra sólo se le haya podido vérsele allí y en Guadarrama, cuando nos impresionó a todos con un novillo de Cebada. Los empresarios le han ninguneado, cuando feria tras feria se limitan a poner a los enchufados y a los novilleritos que apodera el amiguito de turno. Si fuera Talavante, jamás pisaría una plaza donde estas empresas nunca le dieron un contrato.