Opinión

Actuaciones correctoras

El mirador

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Que la Dirección General de Tráfico proponga sustituir las rejas por trabajos en favor de la comunidad es de sentido común y de buen hacer. Creo que este tipo de actuaciones correctoras reeducan mejor, no por más fáciles, puesto que a la prisión el ser humano también se acomoda, sino porque es una actuación más directa con la persona que ha generado el conflicto. Tiene un calado más hondo, la toma de conciencia de la responsabilidad contraída, por el daño producido.

Poner a una institución en plan vengador no me parece de recibo. En cambio, sí me parece más reformador que se exija y ejecute resarcir el daño causado con otras medidas que no sean las del internamiento. No tiene sentido pretender cambiar conductas a base de incrementar la duración de las condenas privativas de libertad, entre otras cosas porque no es efectivo.

El fracaso rehabilitador de la pena de prisión es un hecho bien patente, tal y como hoy están las cárceles repletas. Algunas llevan con el cartel de no hay billetes hace ya un tiempo. Con lo que eso, además, conlleva de costes. Este hacinamiento sin orden ni concierto, donde los enfermos mentales conviven con los delincuentes, y la falta de personal, según apuntan algunos sindicatos del ramo, o asociaciones de voluntarios de prisiones, resulta imposible que se pueda llevar a cabo un tratamiento individualizado. Sólo faltaba ahora recrudecer las penas, con la cárcel como única condena, sin otra alternativa, de aquellos alocados conductores.

Para frenar este desenfreno, como suele ser el de la velocidad, extensivo al de la bebida o al de hablar por teléfono mientras se conduce, la cárcel es un problema que genera más problemas, las medidas reeducadoras son la verdadera solución. Cuando uno está enfermo hay que darle el tratamiento preciso. Otros no curan. Pues aplíquese el dicho.