Opinión

La credibilidad de Europa

El mirador

C. Otero

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Europa ha ido decayendo, negándose a sí misma y frivolizando su historia. Cada vez que un loco como Napoleón o Hitler ha intentado unificarla la cosa ha acabado bastante mal y desde la Segunda Guerra Mundial su pérdida de peso en los asuntos mundiales es evidente. Cuando salen las imágenes del Parlamento Europeo, aparecen una serie de señores y señoras de porte distinguido, a los que sus propios partidos políticos parecen haber premiado mandándoles allí de retiro.

Se les ve relajados, cada cual a lo suyo, con el pensamiento ido mientras un pinganillo les pone al día de lo que está soltando alguien, a quien no conocen de nada, desde una tribuna. Es un parlamento que transmite indiferencia por importante que sea lo que se debata. Así lo siento. Me encantaría decir lo contrario.

Lo malo es que la mayoría de los europeos no creen en la UE, aunque los políticos, que tampoco creen en ella, nos la intenten vender. La Unión sigue sin tratado constitucional, sin moneda única, sin materializarse. Los países de la Unión no ceden sin más, y hacen bien, su soberanía a los países vecinos europeos con los que históricamente se han venido peleando desde siempre. La crisis es que estamos soportando ha puesto en evidencia muchas mentiras y ha demostrado que la fortaleza del euro es muy relativa, que Europa tiene poco peso mundial, que sus organismos de control económico o no son eficaces o peor aún, son corruptos. Los gobernantes europeos actuales no son grandes estadistas, son predicadores.

Soportaremos una campaña en la que nos venderán que nuestra vida depende del Parlamento Europeo y nos hablarán de la remolacha y de la leche. Faltaría más.