El mirador
José M. Noguerol
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Monotonía de primavera tras los cristales del Congreso de los Diputados. De nuevo, el debate de la nación española, es un suponer. De ‘su’nación, como le dijo el portavoz del PNV a ZP. El presidente del Gobierno de España tomó la senda de la responsabilidad del liderazgo frente a la crisis. Para algunos, tarde; para otros, por fin. Y propuso nuevas medidas ¿cuántos grupos, incluido por supuesto el PP, las debatieron de verdad? Ninguno, porque a estas citas se viene con el discurso hecho o no se viene.
Desde la bajada de tarifas aéreas, hasta las reivindicaciones autonómicas de gestión diversa, pasando por el “yo ya se lo había dicho y usted nos está copiando”, todos igual. Vaya porquería de debate: ninguno. Nación española no sé si habrá, ni me importa, porque lo que significa España en la historia va mucho más allá de su configuración administrativa: si tienes una generación de escritores, por ejemplo, como la del 27 o una iniciativa decimonónica pero actual como la Institución Libre de Enseñanza, poco interesa la etiqueta, significan las esencias. Y esas no son patrias: son sagradas y eternas. Si yo hubiese estado en la tribuna como presidente del Gobierno (¡horreuer!), le habría respondido a Rajoy sólo con unos versos como hizo el lehendakari a López en su toma de posesión. Le hubiera leído a Bergamín: “Tienes la risa en los huesos / y el llanto en el corazón: / por eso son son tus ‘por esos’ /fantasmas de tu razón”. Con toda probabilidad, el presidente del PP no es un fantasma: pertenece a la categoría de registradores de la propiedad.