Opinión

Trabajo y esclavitud

El mirador

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se desgañita en llamarnos la atención, porque los obreros viven inmersos en inconcebibles tragedias, del esto es lo que hay laboralmente: o lo tomas a lo dejas. Tenemos la letra de los elementos fundamentales de la construcción del Programa de Trabajo Decente, que la OIT nos pone en bandeja, pero nadie atina a ponerle la música porque todo el mundo, empleadores y empleados, bailen al mismo son, a favor de la creación de empleo -incluidos los empleos verdes- por empresas sostenibles; de la solidaridad bajo la forma de protección social; de la defensa de las normas y los principios fundamentales en el trabajo; y del aprovechamiento del poder creativo del diálogo y la negociación colectiva para encontrar las mejores soluciones.

Para servidor que hemos vuelto a la época más arcaica de la esclavitud, a la situación descarada por la cual una persona está bajo el dominio de otro, perdiendo la capacidad de disponer libremente de sí mismo. El látigo de las deudas adquiridas en las entidades crediticias nos impide sacar pecho. El hacha de los impuestos, los intereses, las amenazas empresariales, nos sacan de quicio. Todo este entramado de despropósitos nos hace perder el sentido común, el pentagrama de la constancia, del método y de la organización. Ahora sólo hay leones y ratas en el tajo, víboras que trepan y abejorros que nos entretienen para robarnos nuestro futuro a su antojo. Sorprende pues que ante tantos calvarios y dramas, los movimientos de solidaridad en el campo del trabajo, o los mismos sindicatos, no trabajen a destajo y propicien diálogos permanentes en un momento de tantas dificultades para muchas familias.