Opinión

El mejor ministro

El mirador

R.L. Fernández

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Refiere la historia que en los tiempos de Carlos III se decía: “El mejor alcalde, el Rey”. Era debido a las reformas y modernización que el monarca realizó en la capital de España, que trascienden hasta hoy. La historia más reciente nos deja comentarios como que Zapatero, en vísperas de las últimas elecciones municipales, tras la negativa de Bono a ser candidato socialista a la Alcaldía de Madrid y no encontrar a nadie para ocupar este puesto se metió en internet y, tras poner ‘mejor alcalde de Madrid’, le salió una página de la historia de Carlos III.

Tras leerla llegó a la sabia conclusión de que su mejor candidato sería sin lugar a dudas el actual Rey de España. Pero claro... no podía ser. Aún así, lo que en un momento pensó, parece que el devenir de la historia ha encontrado la ocasión de materializarlo, aunque sea con otros personajes. Recuerden que el presidente prometió hace cuatro meses la creación de un Ministerio de Deportes tan pronto hubiese remodelación en el Ejecutivo, basado en el hecho de que el año 2008 fue considerado unánimemente como el más exitoso del deporte español a escala internacional; Zapatero, contagiado por el furor y acaloramiento de las masas, aprovecha el recibimiento de los tenistas de la Copa Davis para anunciar claro y nítido la creación del Ministerio de Deportes en aras de lograr más éxitos y hacerlo más competitivo, o intentar, una vez alcanzada la cima, no decaer. Los más escépticos pronosticaban que lo ideal era dejar transcurrir la actividad deportiva por su propio peso, pues cuando una cosa va bien lo mejor es no menearla. ¡Pero se aventuró a predecir la creación del Ministerio de Deportes!, y sólo era cuestión del momento. Y el momento surgió con la crisis de gobierno, y una de dos: o Zapatero sufrió un ataque de amnesia progresista, por lo que tendrá que volver a recurrir a internet para paliar ese cuadro nocivo, aunque pensándolo bien nada es mejor para un político que una corta amnesia; o Zapatero, al autoimponerse, consciente y deliberadamente como responsable del deporte español, ha llegado a la sabia conclusión de que el mejor ministro deportivo es él. Una cosa es la política y otra la verdad. Pueden influir las dos en la misma persona, y esa es la grandeza que atesora el político creíble. Pero como ya estamos hartos de que el mismo personaje sólo pone palabras allí donde faltan ideas, contemplamos otra sobreactuación innecesariamente grotesca. Ya sólo nos falta llegar a la altura del Luis XIV de Francia que dijo aquello de ‘El Estado soy yo’.