Punto de vista
Víctor Corcoba
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ya tenemos un nuevo gobierno, unos dicen que sectario, otros que políticamente correcto, o sea político, de cualquier manera visten carteras renovadas henchidas de propósitos, aunque sólo sea para perseguir el poder, y proclamar el ¡aleluya! de gloria coincidiendo con la semana de pasión. Mientras la oposición sigue en el letargo del aburrimiento, aunque ya estemos en primavera. El gobierno sabe que la oposición es incapaz de gobernarse en casa, de poner orden en sus filas, y esto les anima, porque nadie puede gobernar a otros si antes es incapaz de gobernar a los suyos. Así Gabilondo alza la voz sin miedo y apuesta por un pacto educativo con Bolonia como trasfondo. O sea, que piensa gobernar, puesto que la acción lleva implícito pactar. El mayor peligro es que quiera gobernar demasiado y no deje sitio para los padres y los profesores o para la libertad de enseñanza. Puestos a impactar por pactar, Trinidad Jiménez, en Sanidad y Política Social, con la que está cayendo, lo tiene crudo, aunque con alma tan sensible como dijo su jefe, trabajara a destajo.
También el pretérito Chaves está más rejuvenecido que nunca, mucho más que el arcaico Arenas en la oposición andaluza. Ha jurado por activa y por pasiva estar en forma, para comprometerse a ser un leal consejero y buscar el acuerdo sobre financiación autonómica. Pienso que lo tomará con calma, a sabiendas que cada consejo que uno da, es una manera de contraer un compromiso. Vayamos a que le desborde el trabajo. Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos. Y Chaves, mal que les pese a los diabólicos, deja una Andalucía imparable, aunque lo sea de brazos caídos y de brazos desiguales. La oposición lo ha permitido. Al tiempo, Salgado pide a la banca que no se haga de rogar más y que arrime el hombro. Si consiguiera que, al menos, no aumentara sus comisiones como lo vienen haciendo ya algunas entidades crediticias para paliar la pérdida de beneficios, nos daríamos los ciudadanos de a pie con un canto en los dientes. Por su parte, José Blanco declara su fidelidad a lo que será su hoja de ruta, el plan de infraestructuras y transportes. En la línea activista, González-Sinde cree en la cultura, que ya es algo, como generadora de bienestar. No acaba de explicitar si para algunos o para todos. Una cultura que, por cierto, también necesita salir de pesebres y sentirse libre.
El corolario final, creánlo o no, es que me gusta esta revuelta de Zapatero. Menos mal. Ya tenemos tertulia. Lo prefiero a la inmovilidad de la oposición. Aunque ni lo uno ni lo otro me entusiasma porque este país se ha convertido en el paraíso de los charlatanes.