El mirador
I. Galán
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Antes miraba Juan Pérez el periódico y se asombraba de los que en Argentina hurgaban en los cubos de basura para alimentarse. Sabía que había llegado a ser uno de los países más ricos del mundo. Ahora miraba por la ventana asombrado y veía todas las tardes a los menesterosos, los jubilados y a otros, de buen aspecto, esperar el cierre del supermercado. Cuando sacaban los cubos con los desperdicios muchos rebuscaban dentro y extraían yogures caducados, fruta con mal aspecto y otros alimentos que había dejado de ser legalmente aptos para el consumo.
Sin embargo, sabemos que el riesgo de consumirlos no es grave. Inmigrantes, mendigos, ancianos y trabajadores que han perdido su trabajo luchaban por hacerse con unos pedazos de comida. Las noticias habían dicho que sufríamos casi tres millones y medio de parados; nunca España había tenido tantas personas útiles para el trabajo con las manos cruzadas, esperando una oportunidad para hacer algo. El sistema les ha dejado fuera del mundo del beneficio, del trabajo, de la supervivencia. Dicen que esa cifra va a aumentar. El Gobierno sigue ayudando a los más ricos, a los banqueros, que no dejan de habitar el lujo ni han reducido el sueldo suntuoso que ahora todos pagamos, dice que si se salvan ellos nos salvaremos todos. Juan Pérez recordaba las historias antiguas que referían grandes batallas. Muchos morían por el rey. Si se salvaba él, pensaban, se salvaba la nación. Pero son tiempos escépticos estos. Una cierta pereza intelectual impide tener tan grande fe en nuestros gobernantes, en los banqueros, en el rey, en nadie. Incluso algún Ayuntamiento se planteó multar a quienes rebusquen en los desperdicios. Y es que los pobres siempre sobran.