Toros

Las reglas del “juego”

La lupa

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Yo esperaba ver el domingo en Alpedrete un concurso de ganaderías en toda la extensión de la palabra. Pero no. No se pareció a otros que se hacen de similar índole. No se trata de comparar, pero un concurso de ganaderías es una competición de divisas, y en Alpedrete no vi yo que se siguieran unas reglas y unas pautas.

Para empezar, por muchos motivos, no pareció un festejo de este signo: no se respetó el orden de antigüedad de las ganaderías, el público en general no entendía muy bien lo que veía y luego, lo más grave, no se colocaron los novillos en larga distancia, sino que simplemente se les ponía desde la raya de picar. En un concurso de ganaderías esto no vale, porque resulta lo mismo que un festejo al uso. De lo que se trata es de calibrar la bravura del toro en el caballo y también en el último tercio, por supuesto. Tan sólo se puso de largo al utrero de los Hermanos González. Y claro, la belleza de la suerte de varas cambió. Luego, a novillos totalmente mansos se les hizo absurdamente acudir tres veces al caballo cuando estaba cantado que no servían.

El festejo resultó bastante aburrido y pesado, no funcionó. Afortunadamente en medio de tanto animal descastado y flojo salieron dos novillos con interés y matices: el premiado de los Hermanos González, que tuvo muy buenas virtudes, y el de Felipe Navas, que también arreó y tuvo cosas interesantes. El resto para el olvido. La presentación del ganado fue en líneas generales muy pobre y escasita.