El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
No se trata aquí de hacer una defensa de lo importante que es la Fiesta y lo que significa para muchos (entre los que me incluyo) este apasionante mucho. Sí quiero expresar los argumentos para que en Manzanares siga habiendo toros. Debo animar a todos los vecinos de este municipio a que sigan apoyando este mundo, por el bien de su pueblo y de sus fiestas. De lo contrario, adiós encierros; adiós suelta de vaquillas, adiós todo. No es el momento de hacer consultas populares, pero si los políticos de este municipio (o algún político) lo ha requerido así, lo mejor es votar favorablemente por este mundo.
Me siento con la obligación moral y personal de defender la Fiesta hasta sus últimas consecuencias y de expresar los valores artísticos y de emoción de un arte sin igual.
Parto del respeto que siento a todos los que no comparten este mundo, y sí les pediría el mismo respeto que siento hacia ellos.
Creo que en esta España tenemos muchas cosas por las que luchar. El terrorismo, la violencia de género, el maltrato, el hambre, niños sin hogar, la prostitución, las drogas...
Creo que entre todos debemos trabajar para erradicar estas lacras, y después será el momento de abrir un serio debate sobre el futuro de los toros. Si no, me parece improcedente y falso venir con un referéndum que tiene más un trasfondo político que otra cosa. Lo que me parece ridículo y cínico es que muchos sigan mostrando pena por el gatito abandonado y luego actúen con pasividad cuando se están muriendo cientos de personas. Luchemos por las cosas que de verdad importan en esta sociedad.
La Fiesta de los toros, mal que les pese a muchos, es el segundo espectáculo de masas de este país. Ahí están los datos y los números. Después del fútbol, los toros. No hay más. Si no interesara, el público no iría, pero va.
Según la última encuesta efectuada recientemente por Gallup, el toreo crece y supera los 12 millones de aficionados. Además, ha subido un 4 por ciento respecto a el mismo sondeo efectuado en el año 2006. Es decir, dos millones de más que en ese año. Con estos datos, la salud de la Fiesta es excelente; ahora los anti que digan lo que quieran. Y millones que no asisten se muestran indiferentes, pero no en contra.