Opinión

El castellano ya no será ‘una maría’

Punto de vista

T. Fernández

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Frente a la tesis zapateril de que las promesas electorales no son más que objetivos a intentar cumplir, el futuro presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijoo, prefiere definirlas como auténticos compromisos de gobierno. Y si ello debiera ser así siempre, en aras de la credibilidad del sistema, en mayor medida lo es cuando tales ofertas constituyen las bases sobre las que se ha asentado todo un vuelco del panorama político gallego.

Y en esas está -parece- Núñez Feijoo. Los compromisos más llamativos de su campaña han sido la venta del célebre Audi presidencial, el adelgazamiento de la Administración autonómica, la derogación del decreto sobre enseñanza del gallego, la revisión del concurso eólico, la reducción de impuestos y la desaparición de las galescolas como tales.


El que más regocijo produce entre los despistados mentideros periodísticos españoles es el del coche. Pero cualquiera de los demás goza de mucho mayor calado. Así las cosas, tengo para mí que el de mejor venta pública de todos ellos va a ser el recorte de altos cargos, consecuencia de la supresión de consejerías y de la configuración de la Administración periférica con un solo delegado por provincia. Modelos de ello tiene Núñez Feijoo en otras comunidades gobernadas por el Partido Popular.

Sin embargo, el compromiso más complicado o el de más difícil manejo político va a ser la revisión de la presencia del gallego en el sistema educativo no universitario. Complicado y difícil porque la ofensiva de la oposición política y plataformas afines va a ser muy dura. Pero también porque el anuncio de la reforma ha suscitado en colectivos varios unas expectativas que no se van a cumplir, o al menos eso me parece.

Según palabras del futuro presidente de la Xunta de Galicia, y en contra de lo que algunos esperaban, no habrá un doble circuito de aulas, unas en gallego, otras en castellano, para atender las respectivas preferencias de los padres. Aparte de razones pedagógicas, los dineros y la ineludible duplicación de centros lo harían irrealizable.

La “elección” por parte de los padres sólo se producirá, pues, en la segunda etapa de Infantil. En las demás, estos serán “preguntados” o “consultados” por su posición para las asignaturas troncales. Es de suponer que será luego la Administración educativa quien, a la vista de los resultados, decida. Lo que de momento sí parece garantizado es que el castellano no quedará relegado al rincón de “las marías”, como en la actualidad.