José Luis ValmasedaGalapagar
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Vengo observando con cierta preocupación, sobre todo desde que hemos entrado en ese complejo periodo que se denomina pre-electoral, que algunos políticos locales muestran una errática actitud que desde mi punto de vista sólo puede compararse a la situación en que la se puede encontrar cualquier individuo cuando penetra dentro de un laberinto y después de pasar repetidas ocasiones por el mismo lugar, llega al desesperante momento de no encontrar la salida.
Lo lógico en esa situación era que el político en cuestión optara por pararse, serenarse, reflexionar y esperar con calma a ver si alguien le orientaba y asesoraba para salir de tan agobiante situación. Esta actitud sería lo normal en una persona sensata, pero en los casos que conozco ocurre todo lo contrario: la prepotencia y la soberbia les lleva a la conclusión de que ellos son capaces de encontrar la salida, y aunque cada vez se vean más perdidos se mantienen en sus 13 hasta que llega el momento de la desorientación y la pérdida de la noción del tiempo y del lugar donde se encuentran. Es ahí donde aparecen sensaciones donde ya es complicado distinguir entre lo que es razonable y lo que es irracional. Y de ahí al batacazo electoral sólo hay un paso.