ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La pasada semana hablábamos de esa lacra social de los empresarios piratas que no pagan a los chavales y les obligan a abonar el impuesto revolucionario de tener que poner pasta si quieren torear. No sé si alguno se habrá sentido ofendido, pero el que así se siente es porque tiene que ocultar y callar. Lo que tienen que hacer estos tipos es pagar y no engañar a los aficionados y a los ayuntamientos, porque encima tienen la osadía de vender la moto. Que aprendan de la gente seria y que trabaja por derecho.
Y si no denuncio más es porque no puedo, pero desde luego que haré todo lo posible para tratar de que las cosas se hagan como Dios manda. Y si no hay subvención para hacer una feria, que no la hagan. Y si sólo pueden hacer una novillada en vez de tres, que hagan una. Pero basta ya de tanta prostitución de la Fiesta. Lo que no puede ser es que lo que para un Ayuntamiento, haciendo las cosas por derecho, o para un empresario más o menos decente, la partida de gastos de los novilleros sea un gasto, y para estos tipos sea un ingreso importante. Porque miren, entre lo que se ahorran no pagando a los chavales y lo que les cogen, se están ahorrando un huevo. Así pueden hacer ferias en pequeños municipios. Así a ellos les salen las cuentas y ganan millones y a otros consistorios o empresarios no le salen. Luego declaran en “B”. Es decir, en negro. Porque organizar toros es el mejor negocio para blanquear euros. Por tanto, jamás me prestaré a alabar a empresarios que sé muy bien que están cometiendo estos delitos. Respetemos a los que se juegan la vida con un toro.