Opinión

Pufos y estafas

Tribuna

T. Fernández

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Una de las curiosidades y novedades de la crisis económica que nos zarandea es que no pocos ciudadanos y medios de comunicación han vuelto a echar manos de las antiguas pesetas. Y lo vienen haciendo para intentar valorar más o menos en sus justos términos el alcance de los grandes pufos que un día tras otro saltan a conocimiento de la opinión pública.

La edad del euro es todavía corta y el común de los mortales se pierde un poco ante las grandes cifras que estos días se manejan. Por eso, no resulta igualmente inteligible decir que un gurú del Wall Street como Bernard Madoff ha sido capaz de estafar 38.000 millones de euros, que hacer la conversión a la antigua moneda y hablar de seis billones largos de pesetas. Aún así, uno sigue perdiendo, pero menos.

Así son las cosas. No vale, pues, andar con eufemismos ni intentar hacer creer que entidades financieras y grandes fortunas se han visto ‘sorprendidas’ y están ‘perplejas’ por esta estafa y por otros pufos que van pasando a segundo plano ante la envergadura de los nuevos que llegan.

Bancos, gestores de fondos y fortunas sabían bien lo que se arriesgaban especulando con intereses y plusvalías desmedidos. Y, por supuesto, también lo sabían organismos reguladores y gobiernos de todo signo y condición, encargados de velar por la ortodoxia financiera, pero que optaron por mirar hacia otro lado mientras las estadísticas eran favorables, las burbujas no estallaban y las pirámides se sostenían.

Y esta es otra de las características de la crisis: que se conocen bien las causas. Especialmente sus causas técnicas. Pero como señalaba el cardenal Rouco Varela, convendría reflexionar al tiempo sobre sus causas, sus orígenes morales. Examinar si el relativismo moral no ha fomentado conductas no orientadas por criterios objetivos del servicio al interés general; si la vida económica no se ha visto dominada por la avaricia de la ganancia rápida; si el derroche y la ostentación privada y pública no han sido presentados con demasiada frecuencia como supuesta prueba de efectividad económica y social.