Atalaya villalbina
Alejandro Martín
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El Ejecutivo que preside el alcalde socialista de Collado Villalba, José Pablo González Durán, por su forma de actuar da la sensación de que quiere exigir a sus conciudadanos que se pronuncien si están o no de acuerdo con sus postulados, porque según dicen algunos de sus fontaneros, “a estas alturas de legislatura no vamos a correr ningún riesgo”. Mientras los elegidos deshojan la margarita para dar el sí o el no, el círculo de este club familiar se empieza a cerrar para que todo quede atado y bien atado de cara a las próximas elecciones municipales.
Ante una situación tan compleja y dañina para la higiene democrática, resulta difícil entender la pasividad mostrada, al menos hasta ahora, por los órganos de dirección del Partido Socialista ante las continuas denuncias realizadas por militantes y simpatizantes del PSOE contra parte de un Ejecutivo (los guerristas parecen mantenerse al margen) que abusa de la prepotencia, rechaza cualquier tipo de diálogo con el resto de las fuerzas políticas y pasa olímpicamente de eso que Rodríguez Zapatero califica de talante democrático. Sobre esta cuestión les puedo decir que hay versiones para todos los gustos: unos dicen que en Ferraz prefieren esconder la cabeza bajo el ala para no tener que valorar la polémica gestión de este Equipo de Gobierno que rige los destinos del único Ayuntamiento importante que mantienen los socialistas en la zona Noroeste, mientras otros atribuyen esta complicidad a la amistad existente entre Ruth Porta y el edil villalbino, afecto surgido después de que el marido de la actual responsable de Política Institucional, Enrique Benedicto, pasase a ocupar el cargo de asesor de González Durán en el Ayuntamiento de nuestra ciudad. Porta nunca ha disimulado esta buena relación y así lo ha puesto de manifiesto ante los órganos de dirección del PSM y en la agrupación villalbina, donde se ha personado cuando ha sido necesario para socorrer a su protegido, sobre todo durante la pasada legislatura y más concretamente cuando el trío formado por José Pablo González, José Luis Cercas y José A. Gómez Sierra protagonizó una encarnizada caza de brujas para echar del PSOE a todos aquellos que no iban a favor de obra. En el ya desaparecido Diario del Noroeste, edición correspondiente al 9 de agosto de 2003, y en un artículo firmado por el actual editor de El Faro del Guadarrama, Manuel J. Ortega, se plasmaba con todo detalle los pormenores de esa crisis desatada entre la militancia local: “Entre las víctimas de esta persecución se encuentra el marido de la ex edil socialista Tránsito Valdegrama, Vicente Martínez; la mujer del también ex concejal del PSOE, Ángel Delgado, Milagros González; el ex presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios, Francisco Velázquez; el ex concejal José Cea Paredes, su hijo Juan José Cea; su ex chófer oficial, Julio García Barco, el empleado de banco y antiguo amigo personal de González Durán, Javier Sanz, y el militante de base José Luis Piñuela, acusados de mantener conductas y actitudes que no fueron las más adecuadas durante la última campaña electoral. Tampoco se salvaron de la quema los cabecillas de los Renovadores por la Base, familia política de la que se había servido unos años atrás el propio González Durán para arrebatar a los acostistas la secretaría general local y también a su ex compañero de Ejecutivo, Alberto Sanz del Burgo, por liderar la candidatura de ADEI, formación que le arrebató más de un millar de votos en los comicios de 2003, logrando una acreditación de concejal en la actual Corporación municipal”.
Ahora, con el respaldo mayoritario de de una agrupación bastante dividida, pero donde los militantes son incapaces de poner en tela de juicio la labor de sus dirigentes por miedo a ser expulsados y perseguidos, algunos miembros del Equipo de Gobierno, junto a cargos de confianza que están en la nómina del Ayuntamiento y bajo la batuta del edil de Urbanismo, Gómez Sierra, conocido por su polémica verborrea (recuerden aquella frase pronunciada por este concejal en el inicio de su andadura política, donde más o menos venía a decir que en este municipio no se volvería a construir otro centro comercial mientras él fuera responsable de Urbanismo. Meses después, Sierra respaldó la construcción de dicho centro, aunque para dejar constancia de su autoridad mandó demoler la barbacoa que había levantado sin licencia un villalbino en la parcela de su casa). Pues bien, a él se le atribuye la creación de lo que algunas denominan ya como guardia pretoriana, un grupo fáctico cuyos integrantes tienen sólo una vinculación: la defensa de sus propios intereses. Y si no, díganme ustedes que tiene que ver un empresario de medios de comunicación y organización de eventos con un concesionario de automóviles; constructores locales con organizadores de festejos taurinos; conocidos promotores inmobiliarios mezclados con un ex dirigente del PSOE local, por cierto con un pasado político bastante turbio; empresarios y comerciantes del sector de la hostelería con especuladores de terrenos; todos juntos y revueltos intentando dar la sensación de que han cerrado filas para defender con uñas y dientes a quien les está dando de comer y lo pueda seguir haciendo, al menos, durante los próximos cinco años. Mal asunto cuando se mezcla a políticos con empresarios.