Opinión

La fiesta de la Navidad. La crisis y el Fondo Estatal de Inversión - La finca Monesterio no se recalificará

LUCES Y SOMBRAS

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ln estas vísperas previas a la celebración de las fiestas navideñas es fácil observar desde aquellas personas a las que les encanta y fascina la Navidad, hasta el que se enoja por eso de que dar y recibir no le cae nada bien. También tenemos al que le da lo mismo celebrar esta festividad o no. De todos modos, para estos últimos generalmente todo les da igual no sólo en estas fechas, sino en su vida también.

Cierto es que la Navidad ha ido perdiendo fuerza y respaldo religioso en estos últimos años, hasta convertirse en la fiesta del despilfarro y el derroche. El cinismo que rodea a nuestra sociedad, cada día más materialista, te lleva a toparte con individuos que confiesan haberse convertido en el signo del perdón, de la caridad y de la misericordia y, una vez abandonados sus ficticios actos de contrición, vuelven al ejercicio rutinario de las hostilidades, culpas y actos de crítica y persecución. Se trata de esa especie que disfruta sobre todo de ejercer una doble postura frente a su supuesta fe.

Estamos tan desnaturalizados que en nuestra obsesión por descubrir nuevas experiencias somos capaces hasta de celebrar la Navidad sin Dios. Sí, sí, como leen, y miren que eso a priori parece bastante difícil. “Se trata -como lo describe el Padre Miguel Revilla- de hacer una tortilla de patatas sin patatas. Pero ahí están los listos, los progres, los agnósticos, los influyentes intentando organizar una Navidad sin Dios, es decir, pretendiendo escamotear al protagonista del invento. La Navidad siempre pivotaba sobre el nacimiento en Belén del Hijo de Dios. Pues bien, ahora por arte del birlibirloque algunos quieren seguir hablando de la Navidad, sin mencionar para nada al personaje principal, Jesús. Sinceramente se le ignora, se le cambia o se le traviste por otros personajes foráneos o flamantes sucedáneos ¡Qué imaginación!”.

Con todos mis respetos hacia las creencias religiosas de cada cual, creo que no es bueno intentar adulterar chapuceramente el originario mensaje de una celebración que puede gustar o no, pero que tiene más de 2.000 años de historia.

Pero volviendo a los problemas cotidianos no quisiera finalizar el año sin antes mostrar mi preocupación por la crisis económica que tanto daño está haciendo a una comarca, la nuestra, cuya economía se sustenta fundamentalmente en los dos sectores más perjudicados actualmente en nuestro país: construcción y servicios.

Ante el futuro incierto de un año -2009-, que según las previsiones anunciadas por el propio vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, serán aún peor que las actuales, los empresarios serranos confían en que el medio centenar de millones que van a recibir nuestro ayuntamientos a través del Fondo Estatal de Inversión para la Administración local se convierta en un revulsivo para la economía. Claro que para alcanzar este objetivo, aunque sólo sea en parte, es necesario que los ayuntamientos elaboren un calendario de actuaciones que permitan distribuir adecuadamente los dineros que les adjudicará el Estado a través de obras de infraestructura, teniendo siempre en cuenta que dichas obras generen el mayor empleo posible. Precisamente, José Luis Rodríguez Zapatero dijo hace unos días que “en marzo o abril se generará en España un volumen muy estimable de empleo”. Tal vez estas palabras de ánimo tengan mucho que ver con este Fondo Estatal de Inversión que ha sido apadrinado por el propio presidente del Gobierno.

El alcalde sanlorentino, José Luis Fernández Quejo, ha querido despedir el año anunciado para el próximo mes de enero la presentación del Plan General de Ordenación Urbana que, inicialmente, centra su desarrollo en el entorno del SAU-2 ( terrenos situados entre la carretera que desemboca en el cruce del Valle de Los Caídos y la A-6), donde se construirán alrededor de 850 viviendas, además de un importante desarrollo comercial en la línea del polígono El Carralero de Majadahonda. Sin embargo, al menos de momento, el Consistorio gurriato no piensa actuar en la polémica finca Monesterio, donde hace algún tiempo se planteaba un gran desarrollo urbanístico que algunos colectivos llegaron a cuantificar en más de 6.000 viviendas. Esta finca que para el regidor sanlorentino es “un prado sin ningún valor medioambiental”, en el nuevo PGOU tendrá la calificación de ‘suelo urbanizable no sectorizado’, lo que deja la puerta abierta para que en un futuro más o menos próximo tanto Ayuntamiento como Comunidad de Madrid puedan abordar, como dijo Fernández Quejo, “algún proyecto emblemático”. Esto, además de acallar algunas voces que criticaban la utilización de dicha finca para fines meramente urbanísticos, desmonta la justificación que reiteradamente utilizaba el alcalde de Collado Villalba sobre la urgencia de vender los terrenos del Caño de la Fragua (junto ITV) a una multinacional, pues con ello se evitaría la construcción de un complejo comercial en Monesterio.