Opinión

Judicializar lo injudiciable

EL MIRADOR

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cuando se politiza la justicia o se judicializa la política, perdemos todos. Los ciudadanos pierden confianza en el sistema y las instituciones credibilidad. Lo mismo sucede cuando se pretende judicializar nuestra memoria.

La historia es la que es, y en todo caso, es un dietario filosófico de ejemplos. Dicen que se repite, quizás, pero lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan. Ahora, a mi juicio, por esa excesiva judicialización, la Sala de Penal de la Audiencia Nacional ha tenido que pronunciarse sobre la incompetencia del juez Baltasar Garzón para investigar los crímenes cometidos durante la última incivil contienda española. 14 votos a favor de la incompetencia y tres en contra ha sido el resultado. Nunca debió haberse llevado por la vía judicial lo que ha de ser una vía política, entre otras cuestiones porque el poder judicial tiene que estar por encima e independientemente muy por encima, de los vaivenes políticos. Si somos incapaces de conciliar la justicia y la libertad, si no sabemos discernir lo que representa el poder judicial y el ejercicio de su potestad jurisdiccional frente al pluralismo político, corremos el riesgo de enturbiar acciones y de solapar garantías jurídicas. No estoy en contra de recuperar la memoria del pasado, la considero necesaria, pero esto debe servirnos para que convivamos mejor y no para dividirnos y enfrentarnos. Sería más de lo mismo. Una sociedad que olvida su pasado es manipulable ideológicamente, pues pierde su identidad. Pero, también, de igual modo, una sociedad que judicializa su pasado reabre las heridas por un camino confuso. Los problemas no resueltos, algunos de los cuales repercuten con dolorosa frustración sobre la conciencia de sus pueblos, hay que enjuiciarlos desde el diálogo y jamás desde la venganza.