Redacción | Miércoles 22 de octubre de 2014
Un mes después de su apertura (la inauguración oficial parece ir para largo), el túnel-parking de Honorio Lozano-Batalla de Bailén está ratificando con creces los pronósticos realizados en los dos últimos años tanto por los grupos municipales de la oposición (Partido Popular, Izquierda Unida y ADEI), como por muchos villalbinos que calificaron reiteradamente esta obra como cara e innecesaria.
El aspecto desolador que muestra a diario un parking dotado de cerca de 800 plazas y el poco tráfico que registra el ya denostado túnel constituyen el mejor exponente de lo que no deben hacer nuestros políticos con el dinero público, porque, se mire por donde se mire, el coste final de este proyecto (más de 40 millones de euros sólo en concepto de obras), a lo que habrá de añadirse el importe del canon anual que tiene que abonar el Ayuntamiento a la concesionaria durante los próximos 40 años (el primer pago es de 1.091.667 euros), va a dejar a la hacienda local hipotecada hasta mediados de siglo.
Cambio de hábitos
Pero los males de esta infraestructura no terminan con estas preocupantes cifras, sino que se acrecientan a la hora de comprobar el cambio de hábitos que ha generado esta larga y cansina obra en peatones, conductores, comerciantes y empresarios de una zona donde apenas hay pasos de peatones y los existentes están mal señalizados; donde no se puede aparcar e incluso los vehículos de transporte apenas tienen espacio para acometer las tareas de carga y descarga, y en la que algunos automovilista realizan a diario peligrosos cambios de sentido a la salida y entrada del túnel, lo que entraña un grave riesgo para el resto de los conductores. Al respecto, la página web de Crónicas Villalbinas apuntaba recientemente que “hay que buscar soluciones inmediatas a este problema antes de que suceda algo grave. Tal vez sería suficiente con ampliar la zona de pivotes azules semidirigidos que permitieran señalizar la salida del subterráneo, aunque me temo que esto precisara de otro modificado”.
Tampoco los peatones parecen sentirse a gusto sobre el firme granítico de una avenida desolada, carente de oferta comercial (parte de la que había se la han cargado las obras) y bastante incomoda, sobre todo a la hora de acceder a otras calles del entorno, caso de Francisco Martín, Juan XXIII o Pío XII, especialmente para aquellos peatones que proceden de la zona de Los Belgas o de la misma calle Real.
Y esto está ahí, a la vista de todos, y sirve para poner en evidencia los insensatos pronunciamientos realizados por el alcalde villalbino, José Pablo González Durán, durante algún tiempo, cuando afirmaba públicamente que los que se oponían a esta obra no tenían ni argumentos ni motivos para hacerlo, sino el simple afán de atacarle a él personalmente.
Al rescate de una ruina
La caótica situación por la que atraviesa esta infraestructura un mes después de su puesta en marcha, ha obligado al Ayuntamiento a promover una campaña que, bajo el título ¡Ven al centro y aparca gratis!, tiene como objetivo que tanto el superparking como los comerciantes de las calles Honorio Lozano y Batalla de Bailén tengan clientes. A tal fin ha confeccionado un anuncio-oferta donde se indica que la primera hora de aparcamiento es gratuita hasta el día 8 de enero (a la vuelta de la esquina tenemos las fiestas navideñas) y que los comercios asociados a esta oferta (a través de una tarifa especial) contarán con vales de media hora gratuita de aparcamiento para sus clientes.
Lo sorprendente viene a continuación, cuando observamos (ver documento gráfico) que esta campaña también sirve para publicitar la venta de plazas de garaje (propiedad de la concesionaria), un negocio que a priori nada tiene que ver con los intereses de los comerciantes ni tampoco del propio Ayuntamiento. ¿Le cargará éste la parte proporcional del coste de esta publicidad que va a aparecer a partir de hoy en distintos medios, o se trata de otro regalo más por parte de nuestro Ejecutivo a la empresa concesionaria?
El Ayuntamiento tiene la obligación moral y material de devolver a los comerciantes lo que les ha arrebatado tantos meses de obras. Una de las soluciones pasaría por subvencionar la gratuidad del parking en horario comercial durante un año, pero de eso a subvencionar publicitariamente el negocio relacionado con las plazas de garaje que Concesionaria Villalba se ha reservado para vender en régimen de cesión, va un abismo.
La historia continúa
En fin, pese a que muchos pensaban y otros deseaban que con la puesta en marcha del túnel-parking se pondría el punto y final a un largo y complejo culebrón, la historia continúa y es posible que aún nos depare algunas sorpresas. Por eso es conveniente rememorar lo que decía al respecto nuestro periódico hace poco más de un año: “200 árboles arrancados, decenas de miles de euros que han dejado de facturar los comercios de la zona, tremendas molestias sufridas por los vecinos y visitantes, miles de horas de trabajo y de ocio perdidas, problemas del tráfico, etc., y todo esto durante dos largos años... La política de un alcalde progresista no debe basarse en el endeudamiento creciente y constante de las arcas municipales, ni en la enajenación de sus activos municipales en favor de las empresas constructoras amigas. ¿Dónde está la preocupación por las clases más desfavorecidas, por los barrios menos dotados, por los jóvenes, por la cultura, por la igualdad o por la seguridad?... Parece que la mayoría absoluta es pasaporte directo para convertirse en un galáctico de la política, y todos sabemos como acabó el invento de Florentino Pérez. En fin, los más de 40 millones que nos ha costado el túnel, unido al irremediable endeudamiento de nuestras arcas municipales (ya al borde de la quiebra) nos hacen recordar aquella famosa frase de Groucho Marx: “Hemos salido de la nada para llegar a las más altas cotas de la miseria”.