EL MIRADOR
J. M. Giráldez
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Poco a poco, la serie Sexy Money (Antena 3) nos va resultando extraña y distante. Habla del dinero y su erótica, pero eso es el pasado. O quizás sólo sea un sueño. El dinero como una forma poderosa de glamour ha bajado de golpe y misteriosamente al suelo. Y eso que hace apenas unos meses destilaba su perfume por todas las esquinas.
Las imágenes de los tipos ricos copaban los magacines del corazón y, en ocasiones, las noticias de los telediarios. Se podía ser rico sin mirar demasiado alrededor. Pero en tiempos de crisis, el papel del dinero cambia. Ahora todo pasa por ese otro glamour sociopolítico: el de la cumbre de Washington. Se teoriza sobre el dinero, sobre las riquezas que habría que desterrar bajo la hojarasca de la crisis. Ya no hay individuos paseando la riqueza por los platós, sino dirigentes globales, serios y vestidos de color oscuro, buscando la forma de apuntalar el edificio. El presente ha mostrado su fragilidad en unas cuantas sesiones en la bolsa. Todos miran hacia Obama.
No obstante en Antena 3 han insistido en estrenar la nueva temporada de Sexy Money. No importa: es ficción. Quizá ahora mismo sea más ficción que nunca. Observo esos cumpleaños fastuosos, los yates iluminados como árboles de Navidad y las historias de amor y celos cruzados con el perfume de los dólares. Qué diablos: es lo de siempre. Tal vez la economía sea también un culebrón, donde el dinero muestra su estado de ánimo. El pasado sábado, El Mundo recordaba que se cumplían 30 años del estreno de Dallas. Hicieron una fiesta para los fans, que pagaron, por cabeza, mil dólares. Tal vez sea una manera de conjurar la crisis. Ahora, 30 años después, aquel exitazo televisivo resulta irónico. En fin, si cambia la realidad quizás sería conveniente que también cambiara la ficción.