Opinión

Valdemorillo y sus peculiaridades políticas

Luces y sombras

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tengo que reconocer que el Ayuntamiento de Valdemorillo, sobre todo en las dos últimas décadas, ha sido bastante difícil de gobernar, de ahí que haya ocupado importantes espacios informativos en los medios de comunicación de nuestra comarca. Las crisis padecidas por algunos gobiernos municipales, las mociones de censura fomentadas a través de pactos bastantes complejos, la temporalidad de los alcaldes en el sillón municipal, la judicialización de la vida política y las idas y venidas de ediles (en esta legislatura tenemos varios ejemplos) de un partido hacia otro, han protagonizado el día a día de un pueblo que poco a poco ha ido dejando la cerámica como materia prima básica en su desarrollo económico para pasar a depender casi exclusivamente de la suerte que le depare el sector inmobiliario. El hecho de que su término municipal, uno de los más grandes de la Comunidad de Madrid, esté colindando con localidades tan importantes como Villanueva del Pardillo, Villanueva de la Cañada, Majadahonda, El Escorial, Colmenarejo, etc., donde los precios de la vivienda se han disparado en estos años, ha invitado a muchas empresas promotoras a instalarse en este enclave próximo al embalse de Valmayor, lo que ha provocado una guerra de intereses entre los especuladores de turno a la hora de hacerse con un suelo cuyo precio continúa al alza, ya que el que ha salido últimamente al mercado (prados, fincas ganaderas, etc.) ha sido adquirido por auténticos especialistas en el arte de la compraventa, monopolizando así el sector para evitar que otros les puedan hacer la competencia.

Uno de los que se ha dejado ver por los aledaños de este municipio es Ismael Pérez Peña, antes de ser detenido en Marbella como presunto implicado de la operación Malaya y de quien se dice intentó comprar (otros aseguran que ha cerrado alguna operación) terrenos rústicos a precios muy superiores a los de mercado. ¿Se trataba de una simple operación de blanqueo de dinero o por el contrario este tipo de avezados inversionistas ven a Valdemorillo como la futura milla de oro de la Sierra? Desde luego, algo tiene que haber cuando importantes empresas constructoras y promotoras, hasta hace poco tiempo enemigos irreconciliables, se han unido para afrontar como socios importantes promociones inmobiliarias en este municipio. Eso lo denunciaban la semana pasada en este periódico el PSOE y la edil independiente Carmen Villanueva, apuntando directamente a la sociedad mercantil Catedral de Negocios S.L., cuyo administrador único es Juan Carlos Bustamente, curiosamente la misma persona que desempeña esa misma función en la empresa Valinver S.L., considerada junto con Catedral de Negocios como las mayores propietarias de terrenos de Valdemorillo.

Lógicamente, esto ha provocado la apertura por parte de los dos grupos de la oposición (PSOE e independientes) de una polémica campaña donde se pone en tela de juicio la actuación del Ejecutivo que preside Pilar López Partida, acusándolo de promover convenios urbanísticos, previa modificación de las Normas Subsidiarias, donde los pelotazos económicos para los actuales propietarios de esos suelos, cuatro concretamente, pueden ascender a más de 2.000 millones de las antiguas pesetas.

La alcaldesa, y así me lo explicaba en una conversación telefónica mantenida en vísperas de las vacaciones de Semana Santa, asegura que estos terrenos ya estaban calificados y lo que ha hecho el Ayuntamiento es llegar a acuerdos que van a reportar al municipio la construcción de dos nuevos colegios, mejoras en las infraestructuras urbanas y un ingreso para la tesorería local de más de 300 millones de pesetas Y yo le creo, pero también debo decirle a Pilar López Partida que en ese complejo binomio donde se mezclan operaciones inmobiliarias y actuaciones políticas, la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo, sobre todo en unos momentos en los que la sensibilidad de los ciudadanos está bajo mínimos tras los escándalos inmobiliarios de estos últimos años, que han salpicado a bastantes ayuntamientos de nuestro país y con ello a muchos políticos locales, algunos de ellos actualmente en prisión como imputados por la comisión de graves delitos.

Pero dejando a un lado el ladrillo y el cemento, y retomando el origen de este artículo, debo reconocer que Valdemorillo es un caso aparte a la hora de dilucidar los litigios políticos, y así, en lo que llevamos de legislatura, los vecinos de esta localidad no han salido de una sorpresa (el pacto de todas las fuerzas políticas para evitar que el PP, liderado por Pilar López Partida, se hiciese con la Alcaldía pese a ser el partido más votado) y se han metido en otra (la moción de censura presentada por la actual alcaldesa que le permitió recuperar el sillón presidencial, contando para ello con el polémico respaldo del tránsfuga Jesús Sabugo, actual concejal de Urbanismo, quien ahora parece no estar dispuesto a votar favorablemente las propuestas urbanísticas presentadas por su propio Equipo de Gobierno). Y para que éste enredo tenga todos los aditivos necesarios para hacer un buen cocktail político, el ex alcalde socialista, Luis García, afectado posiblemente por el síndrome de Estocolmo (otra cosa no se explica), rompe la disciplina de voto de su partido en el pleno donde se aprobó el PGOU, apoya el nuevo planeamiento urbanístico y se pone incondicionalmente a disposición de la alcaldesa, precisamente la que le había arrebatado el cargo de primera autoridad local hace poco más de un año. Y ahí está precisamente la peculiaridad de la política valdemorillense, aunque ahora cuente con el añadido de esos presuntos pelotazos inmobiliarios que hasta ahora, al menos que sepamos, nadie ha sido capaz de demostrar y que supongo en caso de que existan pruebas al respecto éstas se pondrían en conocimiento de los Tribunales de Justicia.