El paréntesis
David Diáz
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Uando le eches un poco de limón a la paella piensa que en África hay miles de seres humanos que con las cabezas de los langostinos se harían una sopa para poder sobrevivir. Es más, sólo con agua y arroz ya les serviría para poder mover los músculos de su cara para agradecerte que hayas pensado en ellos.
Nos estamos preocupando, con razón, de las muertes en nuestras carreteras, de los excesos del colesterol, de los atentados y esto quizás reste atención a la única catástrofe humanitaria que se está produciendo a diario en el patio trastero de nuestros lugares de vacaciones. El hambre. La hambruna arrasando miles de vidas. ¿Cómo es posible?.
Hace ya unos meses que las acciones llevadas a cabo por la resistencia iraquí han dejado de aparecer de los sumarios de los noticiarios televisivos. Hasta hace muy poco tenía un espacio fijo reservado en los mismos. Incluso las emisoras de radio sabían que sobre las ocho de la mañana tenían que reservar un espacio en su informativo para hablar del coche bomba que sembraba de muerte las calles de alguna ciudad iraquí. El mismo día y a la misma hora en que los sátiros policías ingleses vaciaban un cargador en la cabeza de un brasileño cuya única culpa era andar con ciertas prisas por la calle, morían docenas de seres humanos en Irak. Llevábamos semanas hablando, y con razón, de lo que pudo haber sido y no fue, o viceversa, mientras de lo que es constante y diario parece que no nos queremos enterar. Los muertos en Bagdad parecen no tener padres, esposas, ni hijos ni futuro. Por eso han dejado de salir en nuestros telediarios.
Los niños, los jóvenes y los adultos que mueren cada día de hambre en África son una simple estadística de los funcionarios. Aparecerán, dentro de unos meses, en documentales y nunca sabremos si esas miradas siguen existiendo o se apagaron con el oscuro de la cámara. Yo pienso que si alguien te filma, te salvas. Al menos te pasará su comida, o parte de ella. No quisiera pensar que se graba la agonía de la muerte de una manera cómplice. Hay urgencias de muerte en África. Hay muerte por culpa del hambre que padecen amplias poblaciones. Y mientras eso sucede en muchos países africanos, aquí se tiran, se queman, se destruyen toneladas de alimentos para que no bajen de precio. Es una auténtica vergüenza. Y todos tenemos nuestra parte de culpa en estas calamidades que tantas muertes inocentes provocan.