PUNTO DE VISTA
Víctor Corcoba
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El abuso de poder está a la orden del día. Lo hemos convertido en un diario que echa por tierra cualquier valor ético. Lo que ahora se respira a raudales es una atmósfera de maldades y corrupción sin precedentes. Esto se ha disparado tanto como el desempleo. La riada de esperpentos abre todas las compuertas a los disparates más grotescos. La cordura se la han merendado los mamarrachos que abundan como las cucarachas. El poder de adoctrinamiento a cambio de favores, migajas sociales, escalafones partidistas, juegos inmorales, cesiones y prebendas con total descaro, es tan fuerte que este país podrá resignarse, no sé hasta donde aguantará, pero ya no cree en justicia alguna que, frente a tantos desatinos, parece estar desunida jurisdiccionalmente y lanzándose pulsos unos a otros. Quizá estos pase por haber politizado lo que no ha de politizarse. Y así tenemos jueces que miran al pasado cuando la sociedad lo que ha de mirar es al futuro al igual que los que han de administrar la justicia.
Voces valientes pone sobre el tapete el aluvión de estos abusos de poder. Reflejamos algunas de estas quejas que sí miran al futuro, y que no debieran pasar desapercibidas para los ciudadanos libres, para aquellos que aún son capaces de pensar (o les dejan pensar) por ellos mismos.
Por ejemplo, la actual promoción legislativa de la cultura anti-vida en España exige reacción para todos desde distintos ámbitos, ha dicho recientemente la doctora María Dolores Vila-Coro directora de la Cátedra de Bioética y Biojurídica de la UNESCO.
Un grupo de profesores de la universidad española también ha dado a conocer el texto de un manifiesto “a favor de la muerte natural”, al que invitan a unirse a compañeros e instituciones. El manifiesto denuncia “la intensas presiones que se ejercen sobre la opinión pública española para inducirla a consentir la legalización del suicidio asistido y la eutanasia”, y piden que “se reconozca la dignidad de la muerte natural”. Raramente pasa una semana sin que haya una noticia de nuevos avances en genética, mientras que aumenta la presión hacia la práctica de la eugenesia, ya sea mediante la eliminación de aquellos fetos vistos como inferiores o a través de la búsqueda de modos de mejoramiento cualitativo de la próxima generación. Hay que estar en contra de la selección embrionaria para curar, aunque sólo sea por sentido común.
El poder como doctrina a la incoherencia existencial, a la contranatura, y no como deber, lo que hace es abrir la puerta al salvajismo. Lo que se lleva en estos momentos. Porque realmente un ser humano sin principios, ponga los valores constitucionales si quiere o la ética moral que prefiera, es una bestia salvaje en pleno empleo.
Con lo fácil que sería que no hubiese más que un poder dentro de los diversos poderes: la conciencia al servicio de la justicia; al igual que una gloria: el genio, el servicio de la verdad.
‘Miré los muros de la patria mía y esto no hallé’, diría un poeta de verso en pecho.