EL MIRADOR
Fernando Muñoz
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Acabamos de conocer la concesión del Premio Nobel de Química a los japoneses Osamu y T’Sien, profesores junto a Charlfie en las universidades americanas de Boston, San Diego y Columbia, al descubrir la proteína verde fluorescente, lo que pone de manifiesto que Estados Unidos es una nación abierta y que está en la vanguardia mundial.
Sólo la libertad, en suma una sociedad sin complejos, totalmente abierta, es capaz de producir estos eventos y estos logros, derribando los nacionalismos separatistas y radicales, llenos de carcoma.
En España, por desgracia, tenemos lo contrario: nacionalismos putrefactos, apolillados, que nos quieren imponer sus métodos de compartimentos estancos, sus utopías, sus falsos sueños y sus privilegios, basados en el RH, el cráneo (tamaño), orígenes, etc., y como cada día se hace más difícil determinar quién es el más guapo, nos agarramos al clavo ardiendo del idioma, lengua o dialecto. Estos aldeanos jefecillos (para qué nombrarlos) de las tribus que todos conocemos, cierran a cal y canto todas las puertas a la libertad de expresión, la pluralidad, etc., sólo viven a gusto y tranquilos con el hecho diferencial. Sólo saben leer un libro (el suyo propio).
Hoy en día no hay marcha atrás en la globalización, dependemos los unos de los otros, cambio climático, deshielo en los polos, contaminación, etc. Bien es verdad que queda mucho por hacer en todas las esferas, pero estos radicales repletos de estrecheces sólo aportan egoísmo, soberbia y el yo ante todo. ¿Que pasaría si estos avances y descubrimientos que se producen en países mas democráticos y abiertos se quedaran en su nación o país, sin compartir?.