Opinión

Fundamentos que desaconsejan el túnel de Honorio Lozano

Tema de actualidad

Víctor Manuel Martínez

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Parece que finalmente tendremos túnel en Collado Villalba. Para reconocer el verdadero alcance de este hecho debemos analizar en primer lugar la utilidad de esta obra: un túnel puede servir para atravesar una montaña sin recurrir a una carretera peligrosa; también para preservar el medio ambiente en una zona de alta valor ecológico, e incluso en las grandes ciudades para eliminar intersecciones muy concurridas logrando así una mayor fluidez del tráfico. Muy al contrario que en otras épocas, hoy podemos acometer casi cualquier proyecto de ingeniería teniendo sólo la preocupación de cómo financiarlo. Claro que desde el punto de vista de la teoría económica el análisis debe ir más allá de lo que significa una obra y su coste económico en euros y debe adentrarse en el coste económico socialmente relevante, o lo que es lo mismo, conocer si la inversión a realizar es aceptable en términos de política económica.

Un pequeño Ayuntamiento como es el de Collado Villalba está sujeto a la necesidad de repartir unos recursos que siempre son escasos entre unas necesidades que son crecientes como consecuencia del aumento continuado de su población; es decir, el gasto debe ser orientado a la creación continua de nuevas infraestructuras y servicios y no sólo al mantenimiento de éstas, y por supuesto el coste de la creación es siempre muy superior al del mantenimiento. Podríamos, a modo de apunte, enumerar las necesidades más urgentes e inmediatas en este municipio: un hospital, más zonas deportivas urbanas o de barrio, más zonas de aparcamiento, más policías y con más medios, más seguridad ciudadana, una circunvalación que elimine el tráfico proveniente de otras localidades, más parques, un mobiliario urbano moderno y estético, fomento del comercio y ayudas a empresarios, una biblioteca que esté abierta, políticas de cohesión para barrios menos dotados... En fin, no es necesario enumerar una larga lista de carencias ni la prevalencia de unas sobre otras.Además, la ética política indica que las inversiones se tienen que realizar de manera que beneficien a la mayor parte posible de la población siempre que no haya pequeños grupos especialmente necesitados de una acción política directa de efecto económico por un suceso coyuntural o por una carencia que se prevea alargada en el tiempo.

El tremendo coste de un túnel innecesario
Ahora podemos volver al principio y analizar en términos de utilidad social el tremendo coste de un túnel; un simple análisis coste-beneficio nos llevaría a conclusiones simples y esquemáticas que son siempre la manera más sencilla de obtener información: un túnel que atraviesa una larga montaña eliminará una carretera muy peligrosa, reducirá los accidentes y ahorrará tiempo para las personas y productos que por ella circulan, y el beneficio se medirá en vidas humanas y en tiempo ahorrado a las personas y a las empresas. El túnel que evita pasar por un ecosistema tiene un beneficio que se medirá según el valor ecológico de la zona, y aquí podríamos hablar largo tiempo de la famosa carretera de los pantanos y la ampliación que quiere hacer el actual Gobierno regional. Por último, el túnel realizado en una gran ciudad tiene sentido siempre que elimine una de sus famosas intersecciones caóticas y su coste sea cubierto por el ahorro de tiempo que obtendrían los miles de trabajadores que pasen por la zona camino de su puesto de trabajo.

Si nuestros políticos tomasen siempre decisiones tradicionales y, por tanto, las decisiones que “más mejoran” la calidad de vida de los ciudadanos probablemente seríamos suecos o finlandeses o algo así, muy del norte y muy rubios. Por el contrario, los votantes siempre nos encontramos con personas que están dispuestas a pasar a la historia aunque sea a costa del dinero de nuestros impuestos, y el asunto del túnel de Collado Villalba no es más que un magnífico ejemplo de lo que no se debe hacer con el dinero público. Se mire por donde se mire, el coste del proyecto no tiene por donde agarrarse, ni desde lo social, ni desde la necesidad de una infraestructura básica, ni desde el teórico beneficio “social” que se obtendrá.

40 años de hipoteca y graves pérdidas económicas
Si volvemos al análisis coste-beneficio llegaremos a conclusiones sorprendentes: por el lado del coste, podemos sumar los millones de euros en efectivo que se pagarán a la UTE formada por las empresas Cover-Ortiz como subvención al inicio de la obra, los más de 600.000 euros al año con sus correspondientes subidas, que se transferirán anualmente a la misma empresa durante 40 años y que en el año 2046 pasarán de un millón y medio de euros anuales; los cerca de 200 árboles arrancados, las decenas de miles de euros que dejarán de facturar los comercios afectados directamente por esta obra, las tremendas molestias que sufrirán los vecinos que viven en estas dos calles y que todavía no saben si podrán acceder con normalidad a sus portales y garajes durante este tiempo, las molestias que sufrirán también el resto de los vecinos y visitantes, las miles de horas de trabajo y de ocio que se perderán durante más de un año por los problemas de tráfico inherentes a los cortes que se realicen y, por último, el coste teórico de la enajenación de una vía pública de Collado Villalba para que una empresa privada se lucre durante cuatro décadas, mucho más tiempo desde luego que el que nuestro alcalde estará en el cargo. Por el lado del beneficio tenemos la supuesta revalorización inmobiliaria, que el regidor, José Pablo González, defiende que disfrutará la zona y la mejora del tráfico rodado en esa calle que servirá para que los automóviles lleguen antes al tapón que habrá en la zona del Zoco o en el de la Masía. ¿Que la calle va a quedar bonita? Pues sí, realmente preciosa después de tanto dinero invertido, pero la política económica se debe ocupar, como decíamos antes, de repartir unos recursos que son escasos entre una multitud de necesidades que de momento deberán esperar (y confiemos que no 40 años) a que Collado Villalba tenga un alcalde que se preocupe menos por la demagogia del político súper-profesional y más por las verdaderas necesidades de los ciudadanos.

Política de endeudamiento y enajenación de activos
Como vemos, no tiene razón José Pablo González cuando dice que los que se oponen a la obra no tienen argumentos ni motivos, sino simple afán de atacarle a él personalmente. Como también verá, no es necesaria una pléyade de asesores y empresas consultoras que le digan al Ayuntamiento lo que tiene que hacer a cambio de unos cuantos cientos de miles de euros anuales en contratos y estudios. Basta con hacer un pequeño análisis de las oportunidades y de las amenazas que cada proyecto encierra para poder obtener conclusiones esquemáticas, simples y comprensibles. Claro que una cosa es pagar a consultoras para que analicen un proyecto y te asesoren y otra es hacerlo para que defiendan lo que tú quieres independientemente de todo lo demás.

La verdadera política económica de un alcalde progresista no debe basarse en el endeudamiento creciente y constante de las arcas municipales y en la enajenación de los pocos activos municipales a favor (siempre igual) de empresas constructoras. ¿Dónde está la preocupación por las clases desfavorecidas, por los barrios menos dotados, por los jóvenes, por la cultura, por la igualdad o por la seguridad? Parece que una mayoría absoluta es pasaporte directo para convertirse en un galáctico de la política y ya sabemos cómo acabó el invento de Florentino Pérez. En fin, debido a lo que nos costará el túnel y que pagaremos durante 40 años, a la venta sistemática de parcelas municipales y al progresivo endeudamiento del Ayuntamiento de Villalba, supongo que algún día les tendré que contar a mis hijos aquello que dijo Groucho Marx: “Hemos salido de la nada para llegar a las más altas cotas de la miseria”