Cartas al Director

Memoria y Justicia

Santiago Grande Aguilera - Collado Villalba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Como persona directamente afectada por los sangrientos sucesos que tuvieron lugar en San Lorenzo de El Escorial en 1939, al término de la contienda, me veo en la obligación de responder a las falsas y tendenciosas acusaciones que formuló en este periódico el sujeto que firma con ‘S’ de San Lorenzo de El Escorial:
En relación con la pintada a la que hace referencia, he de decirle que a mí tampoco me gusta que se pinte un muro de piedra, en este caso un cementerio, y que por no gustarme, no me gustan los graffitis que afean los elementos arquitectónicos relevantes de las ciudades y pueblos, y que no tengo ni idea quien lo ha podido hacer. Es más, creo que incluso la ha podido realizar algún grupo ultraderechista, para que sirva de excusa para atacarnos y azuzar el oído, como ya hicieron en los prolegómenos del golpe franquista. Comentarle, además, y quédese bien con el dato, que hasta el momento los únicos que han faltado el respeto a los muertos han sido las personas que rompieron con saña la placa de cerámica tricolor colocada justo en el lugar donde ocurrieron los masivos fusilamientos, en homenaje a los luchadores por la libertad que fueron allí asesinados. Y se sabe que dichos individuos procedían del recorrido de la procesión religiosa al cementerio en Semana Santa de 2005 (¡ojo!, no atribuyo el fin de la misma a la comisión de dichos actos); y sin embargo no dijimos nada, nos tragamos el dolor, la rabia y la indignación en bien, de nuevo como en la Transición, de la pacífica convivencia. Muy al contrario de la reacción que ha tenido el señor ‘S’ que las ha piado a la primera de cambio. ¿Queda claro quién no respeta a los muertos?. Me parece asombroso -por muy mal que esté hecha la pintada- que se pueda molestar por el contenido de la misma (“Abajo el fascismo) y se mantenga indiferente con la monstruosidad que supone la Cruz de los Caídos, construcción de apología fascista (en Europa es delito) que debiera ser prohibido como sucede en Alemania, Italia y en el resto del continente.

Por último, quisiera trasmitirle la idea de la consecución de la justicia como única motivación de nuestra conducta, nada más; ni revancha ni demás falsedades Losantianas. Creo profundamente que tenemos derecho a ello, y por ello, que nosotros no somos unos asaltamuros, ni necesitamos brincar la pared. Nosotros entramos por la puerta directamente, como las personas, dignamente, con la cabeza bien alta y un ramo de flores cada primavera con el renacer de la vida, a rendir tributo por el legado que nos dejaron los defensores de la libertad, la democracia y el socialismo.