Toros

La afición de la Sierra llenó la plaza de Cercedilla

Puerto brindó a sus hijos con el público puesto en pie (Foto: Mayca Gordillo)
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Fue una tarde histórica. Con gran carga emotiva. Fue un festival taurino en toda regla, benéfico. De los que apenas existen. Todo el mundo colaboró y se sumó a la causa. Toreros, ganaderos, cuadrillas, médicos...Todos. Festival de los de verdad. Confeccionado con el corazón. Sin ánimo de lucro. La plaza se llenó hasta la bandera. No cabía un alfiler. Apenas quedaron entradas para el cartel de “No hay billetes”. No faltó nadie. Estábamos todos.

Como no puede ser de otra manera, estamos refiriéndonos al magno festival taurino que se celebró el pasado domingo, 26 de marzo, en la plaza de Cercedilla como homenaje a José Carlos Morales. Ni los más ancianos del lugar recordaban la plaza tan llena. Fue impresionante la respuesta de público. La Sierra al completo para recordar a José Carlos. Hombre de bien y amigo de todo el mundo. El domingo quedó patente. Lo difícil es contarlo; lo fácil era ver lo del domingo. La Fiesta es maravillosa. La más unida en momentos cruciales. Lo secundario es la actuación de los toreros . Lo importante fue su generosidad, su valor pero vaya un apunte: abrió la tarde “Frascuelo”, con un toro de “La Laguna”. El maestro dejó muletazos primorosos y con un sabor enjundioso. La plaza crujió con su torería. La pena fue la espada. José Ignacio Ramos se las vio con un novillo de Teodoro Sáenz de Miera. Mostró mucha decisión, valor. Un par de banderillas clavando en la cara, antológico.

Víctor Puerto encandiló con un excelente utrero de Pérez Villena. Completa actuación por madurez, y solidez consiguiendo encandilar al público y cortar dos orejas. Gómez Escorial estuvo muy templado con un ejemplar muy noble de Hermanos González. Jesús Millán mostró mucha voluntad y tesón con un astado de “El Estoque”. Fernando Robleño se gustó y corrió la mano con el toro de Adolfo Martín, logrando pasear un merecido trofeo. Cerró la tarde Iván Vicente con un precioso novillo de Ángel Luis Peña, dejando muletazos de excelente trazo y composición. Paseó un trofeo.

Al final el festival arrojó unos beneficios de casi 24,000 euros. Incluyendo por supuesto la donación de los honorarios de toreros y de sus respectivas cuadrillas. ¡Chapeau!.

A todos los que hemos trabajado por este festival quiero daros las gracias. El esfuerzo ha valido la pena. No debemos olvidar al Ayuntamiento. Sabéis que se han portado de forma excelente Hasta siempre.