Opinión

Nada es lo que parece

TRIBUNA

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hay dichos que son verdaderas lecciones, tratados de sabiduría para momentos de soledad. Éste es uno de ellos: no pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación. Quizás sea lo que le pasa al Ejecutivo de Zapatero. Quiere afrontar y poner remedio a las dificultades económicas. Desde luego, huir de la realidad sería mezquino, a sabiendas que el querer lo es todo en la vida.

Si queréis ser felices lo seréis, le habrán dicho sus crecientes y nutridos asesores que diga el Gobierno en pleno. Es la voluntad la que transporta las montañas. Habrá pensado el consejo político apiñado en la perplejidad de que hasta fuera de los muros de la patria, el entorno de Bruselas prediga o profetice que España entrará en recesión más pronto que tarde. Ha tenido que salir Solbes, una vez más, a poner voz en una de sus recurrentes máximas, no fuera el país a enfermar de pesimismo. Ha dicho, pues, que “si la recesión sirve para limpiar la economía, no tiene la mayor importancia”. Remató la faena la vicepresidenta, con la contundencia, de que convencida ella convencería a los ciudadanos, exclamando a los cuatro vientos que los españoles viven hoy mejor que nunca. A primera vista uno piensa, ¿qué está pasando para merecer yo esto? Después de ratos de silencio uno piensa que la vicepresidenta se ha olvidado de la conjugación del verbo vivir. Sobre todo el presente de indicativo. ‘Yo vivo, tu vives, el vive...’ ¿pero ellos viven o malviven?, ¿en verdad todos los ciudadanos viven con la protección social necesaria? ¿O tal vez malviven en la marginalidad de un sistema productivo injusto? La limpieza de Solbes tampoco la entiende el ciudadano que acrecienta la lista de excluidos al deber de trabajar y al derecho al trabajo. ¿Acaso deben pagar los de siempre la crisis? Sólo unos datos: uno de cada cuatro niños vive en la pobreza en España. La tasa de pobreza infantil española se sitúa por encima del 24 por ciento, la más alta de la antigua UE-15. Afecta sobre todo a los hijos de inmigrantes. Otro apunte más: el 19,9 por ciento de los habitantes de España es pobre, es decir, unos nueve millones de personas. Cada vez es más común entre este colectivo la figura de una persona que empieza a ser mísera porque ni siquiera tiene lo indispensable. Lo chocante es que se produzca esta situación en un país en el que tanto dinero público se dilapida. Y lo sorprendente es que esa pobreza intente ahora esconderse.