EL MIRADOR
M.Molares
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Bernat Soria, el ministro de Sanidad, quiere elaborar una ley para facilitar el suicidio asistido, no sólo la eutanasia, magnífico proyecto merecedor de los parabienes de los no suicidas.
Ayudará a morir a tanta gente y liberará de tantos gastos a la Sanidad que después nos sobrarán medios para atender al resto de los ciudadanos. Dice Soria que ser dueño del propio cuerpo es socialista. Aunque luego su gobierno nos impone leyes coercitivas: conducir con cinturón de seguridad y prohibición de fumar en zonas donde la gente quiere hacerlo. Pero aclaremos que estas restricciones tienen razones económicas, como ha sugerido el ministro del Interior, Pérez Rubalcaba: sin cinturón de seguridad muchos accidentados quedan parapléjicos y los gastos que generan son numerosos; muchos fumadores sufren infartos, enfisemas y cáncer, y deben ser sometidos a operaciones y tratamientos también muy onerosos.
Como debemos ahorrar, nos conviene que se mueran los enfermos crónicos y los discapacitados, facilitándoles el suicidio asistido. Que debemos propagarlo, estimularlo, entre quienes padecen depresiones por haber tenido enfermedades, accidentes, fallecimiento de familiares, desengaños, etc. Son ciudadanos que tienen momentos de desesperación en los que quieren morirse. Deben aprovecharse para que se maten enseguida, no sea que se vuelvan atrás. Así igual podemos librarnos cada poco tiempo de tres o cuatro millones de personas que sólo nos producen gastos. Luego les extraemos el ‘Sona’ para dárselo a los supervivientes y crearemos un “Mundo Feliz” como el que hace años Bernat Soria dijo que estaba creando con células madre embrionarias que curaban la diabetes. Un bluff por el que echaron de su universidad a un científico coreano. A él le hicieron ministro.