Agencias | Miércoles 22 de octubre de 2014
Lehman Brothers, uno de los principales bancos de inversión de Estados Unidos, se ha declarado en quiebra tras 158 años de actividad. El principal motivo de la bancarrota ha sido el fracaso de las negociaciones con las dos entidades que se perfilaban como posibles compradores, Bank of America y el grupo británico Barclays.
La bancarrota de Lehman Brothers ha pasado a convertirse en el tercer banco de inversión que desaparece o cambia de manos en seis meses en EE UU y representa al mismo tiempo la quiebra más importante en EE UU desde 1990, cuando presentó la misma declaración Drexler Burnham Lambert.
Sin embargo, la declaración de quiebra no incluirá a ninguna de sus subsidiarias dedicadas a la intermediación de Bolsa, incluyendo a Neuberger Berman, que seguirán operando con normalidad. De este lado, Lehman, que ha contratado ya al despacho de abogados especializado en suspensiones de pagos Weil, Gotshal & Manges, sí mantiene las negociaciones con un número de potenciales compradores de su división de administración de inversiones.
En tanto, Washington, con el secretario del Tesoro, Henry Paulson al frente, exigía una solución que no implicase la intervención financiera del Estado, que ya la semana pasada tuvo que acudir al rescate de las entidades hipotecarias semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac y en marzo asistió a Bear Stearns tras su colapso. Sin apoyo del Estado nadie se ha atrevido a comprar Lehman Brothers, ya que hubiera exigido una inyección de capital.
Ante la seriedad de la situación, la Reserva Federal de EE UU (Fed por sus siglas en inglés) ha anunciado una serie de medidas adicionales para apoyar al sistema financiero, entre las que se encuentran la expansión de sus mecanismos de préstamo y la aceptación de un abanico más amplio de garantías como aval para esos créditos. Asimismo, un grupo de diez bancos internacionales, entre los que se cuentan el propio Bank of America, Barclays, Deutsche Bank y UBS, anunciaron la formación de un fondo que servirá de garantía para el sistema financiero y en el que cada entidad aportará 7.000 millones de dólares.