Toros

Mario Aguilar apuntó muy alto en la novillada del domingo

Redacción | Miércoles 22 de octubre de 2014
El novillero mexicano Mario Aguilar tuvo una brillante actuación y apuntó alto en la novillada celebrada el pasado domingo 20 de julio en la plaza de Las Ventas. Aguilar dio una vuelta al ruedo en su primer oponente, y fue volteado hasta en dos ocasiones en su segundo novillo, no pudiéndole dar muerte.

Se reivindicó como un novillero a tener en cuenta y es un firme candidato a ocupar un puesto en la final.

La novillada, con el hierro de Salvador Domecq, fue impropia de una plaza de la categoría de Madrid, con novillos excesivamente terciados, pobres de caras y con los pitones demasiado romos. Su juego fue deslucido y sólo el flojo y noble primero y el cuarto fueron los más propicios para el triunfo.

El novillero hidrocálido comenzó la faena a su primero con tres pases cambiados por la espalda, con la planta muy erguida y las zapatillas muy atornilladas. Su faena estuvo presidida en todo momento por el valor y hubo varias tandas donde toreó desmayado y con temple. Cuando el novillo se aburrió, Aguilar se metió entre los pitones hasta el punto de sufrir una aparatosa voltereta de la que salió ileso. Se tiró con rectitud y la estocada cayó baja. No se le otorgó una oreja merecida. Dio una vuelta muy aclamada.

Su segundo fue un ejemplar descastado y con problemas, ante el que el novillero se metió pronto entre los pitones, dándose un gran arrimón.

En un descuido le volteó y volvió a ser de nuevo empitonado por el novillo de Salvador Domecq. Hubo de pasar a la enfermería y no pudo finiquitarle, pero se ganó el respeto de toda la plaza. Fue atendido de contusiones, golpes y erosiones de diversa índole.

Buena faena de Antonio Nazaré
Antonio Nazaré, por su parte, a punto estuvo de cortar la oreja en el cuarto si no falla hasta en cuatro ocasiones con el verduguillo. Salió muy espoleado por el triunfo de Aguilar y saludó a su oponente con unos lances de rodillas de mucho mérito. Su faena a un novillo con movilidad, pero que a cada pase acortaba el recorrido, tuvo altura. Le puso decisión y ansias de triunfar, aunque estuvo acelerado. Dos tandas de naturales en el final de faena fue lo mejor y tuvo eco en el tendido. La oreja pudo ser suya.

Con su primero, un novillo flojo y con temple, plasmó dos series muy ligadas y de bonito dibujo, pero el animal se agotó y la faena no pudo tomar vuelo.

Juan Carlos Cabello, con el peor lote, apuntó destellos pero se le vio todavía muy tierno. Utilizó los aceros de forma deficiente toda la tarde.