Opinión

Promotores en peligro

TRIBUNA

Juan Benjumea

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Esto no ha hecho más que empezar. Los tiempos del reajuste no vienen solos y si Martinsa-Fadesa ha caído atormentada por la crisis del ladrillo, la lista de futuros damnificados puede ser peligrosamente larga.

El concurso de acreedores anunciado por Fadesa (antigua suspensión de pagos) es, en cifras, el más abultado de la historia empresarial española. La primera promotora inmobiliaria por activos de nuestro país se queda con casi un millar de trabajadores y una deuda que supera los 5.000 millones de euros. Este concurso entraña graves consecuencias para proveedores, clientes, trabajadores y bancos porque puede suponer un golpe severo a la contabilidad de pequeñas y medianas empresas y dejar a muchos compradores sin dinero y sin piso.

Lógicamente, la noticia ha dejado helado a más de un constructor de nuestra comarca. Temen un efecto contagio, tanto en el alivio de la concesión de créditos como en la actitud psicológica de los potenciales compradores, que a partir de ahora van a mostrar más desconfianza a la hora de asomarse al mercado inmobiliario. Me consta que varios promotores madrileños están sufriendo para sacar adelante proyectos con los que se embarcaron apenas hace un año, cuando la desaceleración era producto de relajo por parte de las autoridades monetarias y, sobre todo, por las políticas.

Ahora ese efecto de impacto explosivo se deja sentir y así son muchos los empresarios que ya se atreven a pronosticar que “detrás de Fadesa vendrán otras cuantas. Estamos ante una crisis seria, que provocará la salida del mercado de muchos operadores y durará, al menos, tres años”.

Pero la crisis no sólo afecta al sector de la construcción, y si no ahí tienen el fracaso sufrido por el Gobierno cuando la semana pasada intentó colocar bonos, un producto de excelencia para financiarse. El Ejecutivo encargó a seis entidades bancarias que tantearan el mercado para emitir un bono a 15 años, pedro tras los elevados precios requeridos por los inversores (por encima del 5 por ciento, último dato de la inflación), decidieron suspender la operación.

Conclusión: si la deuda de calidad soporta dificultades, ¿qué les espera a los ciudadanos de a pie y a las propias empresas?.