Toros

El pulso a los carteles

Alfredo Fernández

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ya se conocen los carteles de la Feria de Santiago de Villalba. Más o menos es un poco lo de siempre. Ya sabemos que el empresario imaginativo no es. Las combinaciones de este año distan poco de las de 2007, 2006, 2005... Para qué romperse la cabeza en una localidad que es la gallina de los huevos de oro para la economía de la empresa y donde no se le exige nada desde los que gobiernan.

El ahorro en el ganado es de sobra conocido. Embestirán mucho, pero no dejan de ser de hierros de segundo o tercer rango. Las combinaciones de las corridas de toros estás formadas por un cartel mediático, con un Liria en el año de su retirada y que merece todos los honores; Rivera Ordóñez, que tiene su público; y Miguel Abellán, que pasa por horas bajas, pero a quien Villalba se le suele dar bien.

El otro cartel es una terna de banderilleros que en las portátiles viene funcionando. “El Fundi” es uno de los aciertos en esta feria. Está en sazón de maestro; Ferrera anda flojito, pero cae bien; y a Iván García lo apodera Rafael Corbelle. No pinta nada.

El tercer cartel es una combinación rara. Un artista como Aparicio, que es el todo o nada, y dos toreros modestos: Morenito de Aranda, que apunta cositas, e Israel Lancho, un diestro alto al que apoderaba el humorista Mariano Mariano. De todo un poco, sin grandes novedades. Una pena no poder ver otros nombres menos habituales por estos pagos, como Curro Díaz, Daniel Luque, César Jiménez ó hasta “El Fandi”.

De ganaderías, lo de siempre: las habituales que compra la empresa en plan pack de hipermercado. Te llevas tres y pagas...

No podemos dejar pasar por alto la desmesurada política del precio de las localidades. Este año han vuelto a subir. Villalba se ha convertido en el municipio más caro para asistir a un espectáculo taurino. Se otorga la mayor subvención municipal y encima es la localidad las entradas más caras. El precio de una corrida de toros es de 36 euros. Bochornoso. El coste de una novillada picada asciende a 26 euros. Desproporcionado. Queda claro que los que no pagan no protestan, porque sino se montaría un guirigay gordo.