Marlango, en una de las fotos promocionales de ‘The electrical morning’ (Foto: WWW.MARLANGO.NET)
ENRIQUE PEÑAS | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras el primer concierto ayer a cargo de Spyro Gyra y John McLaughlin, el Festival Internacional de Jazz de Collado Villalba, Víajazz 2008, continúa este fin de semana, abriéndose a otros géneros. El protagonismo esta noche será para la guitarra flamenca de Vicente Amigo, mientras que mañana, sábado, llegará el turno del pop etiqueta negra de Marlango. Antes de su actuación, hablamos con uno de sus integrantes, Alejandro Pelayo, compositor de las canciones junto a Leonor Watling y responsable en buena medida del sonido de la banda.
¿Cómo ha sido la evolución de Marlango hasta llegar a este tercer disco, The electrical morning?
Tiene que ver sobre todo con lo que demandan las canciones. Especialmente cuestiones rítmicas y de melodías, dar a las canciones lo que piden. No hay un plan previo, y si alguien defiende lo contrario, yo creo que no es del todo cierto. El margen para orientarlas es más pequeño de lo que puede parecer en un principio, porque ellas son las que manda. Esta vez nos hemos encontrado con melodías de voz bastante cuidadas, respetando los silencios, y luego entran más matices y la posibilidad de introducir elementos sencillos.
¿El funcionamiento del grupo es ahora más natural, más fácil?
Sí, es una cuestión de información, principalmente; con tu propio instrumento y con los demás. Es algo parecido a un equipo de fútbol; cuanto más juegas, más compenetrado estás y las cosas son más fáciles. Cuesta menos ahora, pero a la vez nuestro nivel de exigencia está también más alto que hace unos años.
A la hora de enfrentaros a los temas de vuestros dos primeros trabajos, ¿hay muchas cosas que cambiaríais o es mejor dejarlas como están?
No lo sé exactamente. Hay veces que te apetece tocarlas tal cual, y otras en que cambias cosas desde el principio. Lo bueno es que las canciones se pueden vestir de muchas formas.
¿En esa vestimenta se incluye también el traje de jazz?
Cuando actuamos en un festival de jazz siempre arrancamos levantando la bandera de que no somos un grupo de jazz, sobre todo por respeto, porque no tenemos el nivel de interpretación y libertad que puedan tener músicos de este género. En todo caso, estamos más cerca del pop, con un ingrediente jazzístico mínimo, aunque sí es verdad que nos divierte mucho jugar a ser otra cosa, sin saber exactamente lo que somos. En los ensayos a veces hacemos una canción en plan Radiohead, o Julieta Venegas o Sigur Ros… es una forma de no aburrirse. Lo que sí nos planteamos cuando tocamos en un festival de jazz es que ese día haya más libertad, y a partir de ahí que cada uno marque la pauta.
¿Ha llegado un momento en el que ya hay definido un sonido Marlango?
Sinceramente, no lo sé. Habría que preguntarle a la gente. Me gusta pensar que estamos recorriendo un camino poco a poco. Es una cuestión ajena, un tema de otros.
¿Hay algo últimamente que os haya gustado especialmente, que pueda servir como referencia?
Los seis que estamos sobre el escenario somos grandes devoradores de música. Yo, particularmente, soy muy fan de Sigur Ros, pero también hay muchas cosas que me han gustado últimamente, como Elbow o el disco de Mark Lanegan con Isobel Campbell. Lo importante es cada uno decida y escoja; y lo peor es la sensación de que la música es un supermercado en el que sólo valen las ofertas de los pasillos centrales.
En ese sentido, internet y el acceso a descargas ha permitido que la gente conozca grupos a los que hasta ahora era difícil tener acceso...
Lo positivo le da sopas con honda a lo negativo. Es cierto que el tema de internet y las descargas ha hecho daño a la industria, a la gente que trabaja alrededor de la música, aunque no haciendo canciones. Pero desde el punto de vista del usuario, democratiza todo el sistema, y eso es muy bueno. Lo que no se puede hacer es negar la realidad: los tiempos están cambiando y hay que saber adaptarse.
¿El título de vuestro tercer álbum, The electrical morning, es significativo acerca del momento que vive el grupo?
Refleja un momento vital como personas, y también el sitio en que estamos como banda, tomando como excusa la imagen del amanecer, que en mi caso se relaciona con el hecho de haber tenido un bebé y asumir nuevas responsabilidades. Es un punto de inflexión en nuestra trayectoria, y también es la manera en que nos situamos en medio de ninguna parte, porque vamos a festivales de jazz y no somos un grupo de jazz, vamos a festivales indies y no somos un grupo indie… Pero lo que se seguro es que intentamos ser lo más honestos posible.
Y ahora, con tres discos publicados, supongo que nadie piensa ya que esto era un proyecto paralelo de Leonor Watling al margen de su carrera como actriz...
Nosotros lo teníamos muy claro desde el principio, y sabíamos que era cuestión de tiempo, porque en cada concierto se puede comprobar. El tiempo es lo que coloca cada cosa en su lugar.
En anteriores ediciones habéis acudido a Víajazz como público, a los conciertos de Bob Dylan o Caetano Veloso. ¿Cómo se afronta ahora esta actuación como protagonistas?
Con cierto respeto, porque es uno de esos conciertos que quieres hacer muy bien. Ahora lo que queremos es que llegue el día, hacer la prueba de sonido y tocar, que es de lo que se trata. Pero también dejaremos claro desde el principio que no somos una banda de jazz.
¿Estáis preparando ya nuevo material para el cuarto disco?
Siempre estamos trabajando de cara a lo siguiente, es lo que nos mantiene conectados, como quien lleva una agenda o un diario; vamos apuntando lo que nos pasa en un lenguaje musical, y cuando tengamos un grupo de canciones será el momento de ensayar, grabar y meternos con el cuarto disco. El ritmo siempre lo marcan las canciones.