Opinión

No son para el verano

EL MIRADOR

S. Ortuño

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
No quiero apuntarme el tanto, pero algo de esto ya me veía yo venir desde hace bastante tiempo, porque a mí en verano no se me ocurre ponerme corbata por ningún concepto. Pero ni corbatas, ni pantalones de pana, ni siquiera ese abrigo que tengo en el armario rodeado de bolitas de alcanfor y que me queda de buten.

Por proteger el planeta, nuestro planeta, hasta las sábanas de franela que me regaló mi abuela las guardo con mucho cariño en el último cajón de la cómoda, no sea que me dé por usarlas y me cargue la capa de ozono.

A mí que se ahorre energía dejando de llevar corbata al Congreso de los Diputados me parece un idea soberbia, pero claro, si no se extreman las medidas, se terminará dando la razón a quienes piensan que todo esto del ozono es una simple gilipollez. Y que conste que con pedir que se extremen este tipo de medidas no estoy sugiriendo que sus señorías acudan a las Cortes en pelotas, aunque unas palanganas en cada escaño, para remojar los pies mientras votan, tampoco les vendría nada mal. Si lo que anda en juego es el futuro del planeta, ni el botijo ni la gorra de visera podrían faltar. ¿Y si se repartieran tajadas de sandía a la hora del aperitivo? Tampoco estaría mal siempre que fueran cuidadosos al comerlas para no manchar el tapizado, que costó lo suyo, porque les ayudaría a soportar las soporíferas sesiones de control al Gobierno. Tampoco estaría mal celebrar un certamen de miss camiseta mojada o de mister (que ahí no me pillan con la paridad). Todo ello, claro, mientras se construye en el hemiciclo un parque acuático en condiciones. Con sus toboganes, sus chamizos y una piscina de olas.