Opinión

Un coto de caza a la puerta del colegio ¿Otra área comercial en Collado Villalba? - Galapajazz y su financiación

LUCES Y SOMBRAS

Manuel J. Ortega

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ln esta ocasión, y si nadie lo remedia antes del inicio del próximo curso escolar, los alumnos del colegio público Las Veredas de Colmenarejo no van a tener un pastel a la puerta de su centro, sino un coto de caza con todos sus aditivos. Proyecto Verde ha levantado la liebre (y nunca mejor dicho) en su página web, donde se puede leer que “a partir de octubre, cuando se levante la veda, los niños del colegio Las Veredas van a poder vivir una nueva y excitante aventura educativa” .

Y todo ello gracias a la permisividad mostrada por los integrantes del Ejecutivo que preside María Isabel Peces Barba a la hora de ratificar en sesión plenaria la autorización de un coto de caza situado a tan sólo 10 metros del citado centro docente. Proyecto Verde acusa al edil de Medio Ambiente, Jerónimo Hernández (IU), de dar el visto bueno al tema sin solicitar siquiera la declaración de zona de seguridad. “Los niños podrán salir al patio para presenciar cómo se mata a tiros a un conejo, a una corneja, a un perro abandonado (en Colmenarejo existen permisos para abatirlos), o un zorro... Incluso aprenderán -dice la web de este colectivo- cosas tan útiles como ver caer abatido a tiros un animal y la lucha ancestral del hombre contra la bestia”.

A mi, sinceramente, me cuesta bastante aceptar una noticia que tiene tintes de inocentada más que de otra cosa, salvo que se trate de un coto cuya actividad no sea la habitual, sino donde el objetivo se centre en preservar la vida de los animales, algo que dudo. Aún así, habrá que conocer su Plan Cinegético, donde obligatoriamente debe explicarse el aprovechamiento del mismo y esperar a que la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, que a fin de cuentas es la que tiene la última palabra, dé el visto bueno a la práctica cinegética de una finca situada a una decena de metros del patio de un colegio público. Recuerdo ahora que también me parecieron increíbles las denuncias realizadas hace poco más de un mes por algunos vecinos de Colmenarejo en el sentido de que el Ayuntamiento estaba realizando vertidos en los alrededores de este mismo centro y las disipé en cuanto vi cómo los camiones trasladaban hasta el entorno del colegio Las Veredas vertidos de inertes procedentes de las obras de construcción de las pistas de pádel del polideportivo municipal. Lamentablemente, el tripartito que preside Isabel Peces Barba ya no puede sorprender a nadie, incluso en temas tan delicados como son aquellos relacionados con la seguridad de las personas o con la de los niños.

Los Valles, Planetocio y Los Olivos son las tres superficies comerciales con las que cuenta actualmente Collado Villalba. Pues bien, el Ejecutivo que preside José Pablo González parece dispuesto a promocionar la cuarta que, según mis datos, podría ocupar una superficie de más de 100.000 metros cuadrados pertenecientes a la finca de propiedad municipal Caño de la Fragüa, situada entre la ITV y la A-6. El alcalde, al referirse a este proyecto, como en él suele ser habitual, da una de cal y otra de arena, pues por un lado asegura que no ha iniciado negociaciones para vender la finca (nosotros tenemos noticias de lo contrario), mientras por otro admite que si llega el caso “el Ayuntamiento deberá tomar una decisión, porque hay intención de montar centros comerciales en Galapagar (junto al arroyo del Endrinal), San Lorenzo (finca Monesterio) y Alpedrete”. El regidor villalbino intenta justificar la enajenación de estos terrenos con el único fin de promocionar la economía de los comerciantes de esta localidad, planteamiento un tanto absurdo si tenemos en cuenta los magníficos accesos a esta finca desde la A-6, lo que permitirá a los potenciales clientes (locales y de otros municipios) ir a hacer sus compras sin pasar por el casco urbano, donde precisamente se encuentran los negocios de la mayoría de los comerciantes villalbinos, a los que también les vendieron la moto del parking-remodelación de las calles Honorio Lozano y Batalla de Bailén como solución a sus males y ahí están, comiéndose la crisis que el Gobierno socialista ni siquiera reconoce. Aquí lo que sí está claro es que el Ejecutivo local quiere hacer caja vendiendo esta finca para así poder sanear en parte su precaria tesorería.

Luis Remacha y Antonio Rodríguez, concejales de la Plataforma de Vecinos de Galapagar y socios del cuatripartito que preside la socialista Carmen Toledano, denunciaron la semana pasada que parte de la financiación del Festival de Jazz Galapajazz se haría detrayendo alrededor de 80.000 euros destinados inicialmente a subvencionar en el próximo curso a los niños de 0 a 3 años. La acusación levantó la repulsa de los ciudadanos y las críticas del PP, cuyo portavoz ha llegado a decir que la alcaldesa podría “estar incurriendo en un delito de prevaricación”.

Galapajazz es una víctima más de la crisis económica que padecen los ayuntamientos serranos, y aunque la Comunidad de Madrid siga subvencionándolo (90.000 euros), mucho me temo que esa cifra no es suficiente para un festival que cinco años más tarde vuelve a tener como organizador a un ex concejal socialista que, tras la derrota de Manuel Cabrera en las elecciones celebradas en 2003, cogió los trastos y se marchó a Collado Villalba para montar Viajazz, una fotocopia de Galapajazz, pero dotado de más recursos económicos. Ante el recorte presupuestario realizado por el Ayuntamiento villalbino, el hijo pródigo ha retornado a su origen para, suponemos, seguir haciendo negocio.